Todas las beatificaciones y canonizaciones son importantes porque demuestran que la fe no es algo lejano, sino aplicable a la vida de cada uno; sin embargo, algunos nuevos beatos y santos, tienen el valor agregado de llegar en el momento en que resultan más necesarios para recordar puntos importantes, ya sea confirmando lo que se está haciendo a nivel Iglesia o, en su caso, denunciando los males institucionales que hay que erradicar. La vida de la venerable Concepción Cabrera de Armida (1862-1937), resulta actual, porque confirma muchas cosas que están creciendo y, al mismo tiempo, pone en alerta sobre otras que deben ser cambiadas de modo eficaz. En el primer caso, al haber sido una laica, casada y madre de familia, resulta una confirmación del camino emprendido por el Concilio Vaticano II para abrir nuevos espacios de liderazgo entre seglares; es decir, aquellos hombres y mujeres que viven la fe desde la realidad familiar, social, política y económica, mientras que en el segundo caso, de cara a la crisis derivada de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, su vida interpela, pidiendo que se tome en cuenta el aporte de la Espiritualidad de la Cruz que, al ser profundamente sacerdotal, viene a renovar el ideal del sacerdocio para que no siga deteriorándose a causa de conductas delictivas que han herido a muchas personas.
Concepción Cabrera de Armida, consciente de los retos del clero, fundó las Obras de la Cruz que, entre sus fines, está el de formar a los futuros sacerdotes, generando una sólida cultura de la prevención a través de instituciones, como la “Fundación Rougier” de los Misioneros del Espíritu Santo.
Concepción Cabrera de Armida viene a recordarnos que el clericalismo, tal y como lo ha señalado el Papa Francisco, es la causa principal de muchas de las cosas que han pasado y esto sucede cuando el sacerdote se vuelve absoluto en detrimento de la misión de los laicos, como si fueran incapaces de vivir la fe con madurez. Ella tuvo que vérselas muchas veces con el clericalismo que, a mediados del siglo XX, era todavía más fuerte. El mérito fue que, lejos de huir o desertar, se mantuvo para generar una reforma desde dentro, invirtiendo tiempo, oraciones, recursos y esfuerzos en favor de los sacerdotes, a los que acompañaba, ayudándolos también a renovarse en su vocación. Los animaba y estimaba, pero sin caer en el error de idealizarlos. Su manera de trabajar con ellos constituye un modelo de la buena relación que debe existir entre laicos y consagrados. También por eso, su beatificación es de lo más actual.
Ella entendió que la fe es todo un proceso interior, pasando tiempo con Dios y trabajando el dominio propio. De una sólida vida espiritual, surgen los cambios y mejoras que hay que llevar a cabo. Por eso, la Espiritualidad que ella vivió, la de la Cruz, es un camino muy profundo que puede vivirse en los más variados escenarios. Por ejemplo, pensemos en alguien que es médico. Además de los conocimientos, le pondrá un "plus" y es el interés por sus pacientes más allá de la mera atención al cliente. Lógicamente, no es malo cobrar, pero le agregará una visión solidaria y, seguramente, estará dispuesto a ofrecer, en la medida de lo posible, algunas operaciones gratuitas.
En Concepción Cabrera de Armida, encontramos el sustento para afirmar que es posible vivir la fe de un modo profundo, atractivo, lleno de naturalidad y capacidad de respuesta frente a los retos del mundo de hoy.
-------------------------------------------------------------------------------
Créditos: El video pertenece al canal (Youtube) sobre la beatificación de Concepción Cabrera de Armida.