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EVANGELIO

Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-7

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará».

Palabra del Señor.

 

Entre anhelos y deseos.

Que como sarmientos estemos unidos a la Vid, tiene que producir necesariamente dos efectos: El primero es que nuestra alma tiene que estar viva, nuestros anhelos por Dios y Su plan tienen que estar bien alimentados y los dones del Espíritu tienen que estar actuando en ella.

El segundo efecto es que esto nos tiene que llevar necesariamente a realizar obras de caridad especialmente con nuestro esposo.

Si alguna de las dos no es así, debemos revisar nuestra vida espiritual.

 

Aterrizado a la Vida Matrimonial:

Julio: Carmen, me doy cuenta de que en mi corazón hay dos tipos de llamadas. Una es muy profunda que son los anhelos que Dios ha sembrado y alimenta cuando me acerco a Él y otra son los deseos más superficiales y que se acentúan cuando me acerco al mundo.

Carmen: Qué interesante. Nunca me había planteado la diferencia entre esos dos tipos de llamada: Los anhelos profundos y los deseos concupiscentes. Me va a ayudar a observarme y a distinguirlos en mi día a día.

Julio: Sí, ver cómo me influyen me ayuda a saber si estoy más conectado al Señor o menos. Mi objetivo es estar siempre en Él.

Carmen: Me encanta. Sí. Gracias por compartirlo conmigo.

 

Madre,

Queremos estar siempre unidos al Señor, siempre en Su presencia, siempre en Él. Alabado sea Dios que alimenta los anhelos de nuestra alma.