Introducción general

España atraviesa unos meses y años cruciales. Estamos en una pendiente que no sabemos dónde nos conducirá. Si darnos un trompazo contra el muro de la impotencia y la propia pereza mental. O si levantamos el vuelo aunque sea rasante de un intento de recuperación.

La historia española está llena de estos momentos de incertidumbre, oscuro futuro, etapas sin pulso, que a extranjeros que nos visitan, o a gentes que nos ven desde sus tierras, afirman de España que no entienden cómo los españoles nos dedicamos más a destruirla, envilecerla y quemarla, y, sin embargo, no conseguimos aniquilar este viejo solar patrio donde nací y deseo descansar cuando mis huesos sean pasto de la Parca.

Siguiendo en el plano de una visión tradicional y providencial de la historia de España, cuyas cabezas han sido esenciales en el último siglo y medio, los promotores de la mejor vena de sentirse español: Balmes, Donoso Cortés, Menéndez y Pelayo, Vázquez de Mella, Ramiro de Maeztu, y todo el grupo de intelectuales en torno a la revista Verbo, quienes de modo callado, pero efectivo siguen siendo herederos de la visión tradicional de España, afirmo que este  Ensayo es un grano de arena que arrimo al riquísimo conjunto de libros, artículos y estudios que otros aportan al debate del amor a España.

Lean, pues, amigos, con benevolencia y descubran cómo mi corazón de español se expresa en estas páginas, en mitad de la zozobra y las interrogaciones que me hago en estas fechas de un horizonte poco claro e inquietante.

Deseo que estas líneas de pensamiento tengan la apoyatura más sensata y cabal para eliminar los miedos que acechan a muchas personas con las que vivo, dialogo y comparto las inquietudes sobre el presente y el futuro inmediato de una España en manos de una pandilla de ineptos, mediocres, destripaterrones y advenedizos que han llegado a las tablas de la actualidad social, política, económica, moral y religiosa de la España de hoy.

Creo que hemos pasado, en nuestra milenaria historia, por etapas más frenéticas y locas, que la actual. Pero, claro, a quienes vivimos el drama diario de una nación sin pulso, de unos bandazos tan extremistas, a unas escenas tan propias de un manicomio generalizado, es muy humano perder la esperanza, entrar en la fase de la preocupación por la familia, la hacienda, el patrimonio histórico y artístico y la propia existencia de la tierra española, tal como la conocemos y hemos estudiado desde la niñez en la casa familiar, donde los valores del español libre y cristiano fueron los primeros alimentos sólidos mentales que aprendimos, cuando a lo mejor no sabíamos andar de manera derecha y estable.

Vayamos a exponer nuestro pensamiento y sentimiento de la hora de la España de hoy.

(Continuará)