A continuación, les presento una breve reseña sobre lo que fue la ceremonia de beatificación de Concepción Cabrera de Armida el pasado 4 de mayo en la basílica de Guadalupe (CDMX), ya que tuve la oportunidad de asistir:
Con varias horas de anticipación -algunos desde las 6 de la mañana-, comenzamos a llegar miles de personas a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe; lugar icónico de la Iglesia en México. Se calcula que asistimos más de diez mil personas. Hubo lleno total. De ahí que varios, por motivos de seguridad, tuvieran que permanecer en el exterior. La escena fue del todo significativa. El crucifijo, la tilma original de Nuestra Señora de Guadalupe y la imagen de la nueva beata centraron nuestra atención. Antes de empezar la ceremonia que fue presidida por Mons. Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, lucieron banderas de distintas procedencias como las de España, Costa Rica o Puerto Rico. Se escucharon por todos los rincones las jaculatorias características de la Espiritualidad de la Cruz: “Jesús, Salvador de los hombres, ¡Sálvalos!” y, como lo sugería el Tepeyac, “¡con María todo, sin ella nada!”.
A las 12:00 de la tarde, comenzó la procesión de entrada. Participaron varios cardenales, obispos y sacerdotes. Entre ellos, el Cardenal Carlos Aguiar, Arzobispo Primado de México, así como Mons. Gustavo García-Siller, Arzobispo de San Antonio Texas y religioso de los Misioneros del Espíritu Santo (fundados por la nueva beata). Mons. Becciu leyó la carta apostólica de la beatificación en un perfecto latín. Posteriormente, fue traducida y de forma muy emotiva se reveló, como lo marca el rito, la imagen de la beata Concepción Cabrera de Armida, ante el aplauso de todos los presentes. Su proceso de canonización había iniciado en 1959 y, por fin, tras años de estudio, pues nos dejó nada más y nada menos que 66 tomos de su cuenta de conciencia, llegó el día de su reconocimiento como beata; punto clave rumbo a la canonización. Como ya se mencionó, asistieron personas de diferentes países y culturas. De ahí que las peticiones fueran leídas en español, portugués, italiano, inglés y japonés. Tomemos en cuenta que derivado del aporte de la beata Concepción Cabrera de Armida han surgido en la Iglesia 18 instituciones. Todas ellas, debidamente representadas en la basílica. Fue interesante ver la variedad de carismas y de hábitos religiosos que generaron lo que el Papa Francisco denomina “unidad en la diversidad”.
Sin duda, uno de los momentos más emotivos fue la procesión del señor Jorge Treviño (persona que recibió el milagro que dio paso a la beatificación) y de la Hna. Consuelo Armida RSCJ, nieta de Concepción Cabrera, quienes llevaron en sus manos la reliquia de la nueva beata. Ver a sus tres nietos y demás familiares ahí presentes, nos hizo valorar el ejemplo que nos deja como laica, mística y madre de familia en un evento histórico para la fe católica en los cinco continentes. Al otro día -domingo- se celebraron varias Misas en acción de gracias por su beatificación en la capilla de Nuestra Señora de la Soledad del Altillo (lugar en el que descansan sus restos) en Coyoacán, así como en otras parroquias de la capital y del país, como la de Santa Rosa de Lima en la colonia Condesa a cargo de la Orden de Predicadores. No olvidemos que fue un dominico -Marie Michel Philipon O.P. (1898-1972)- el primero en estudiarla desde una perspectiva teológica y llevarla al ámbito internacional.
Al final, los saludos entre los miembros de la Familia de la Cruz. Fue un gusto poder coincidir y, sobre todo, que la beatificación haya sido una fiesta no solamente de los que, de una u otra forma, hemos crecido gracias a su espiritualidad, sino de tantas otras personas que se dieron cita. Ahora toca seguir pidiendo por su pronta canonización, dando a conocer su vida y obra. En adelante su fiesta será cada 3 de marzo.