San Ambrosio de Milán tenía muy claro que la Estrella de Belén es más que un fenómeno astronómico. Para el ser humano postmoderno del siglo XXI, es inaceptable ver más allá de lo cotidiano e inmanente. Reducimos el Evangelio a una historia bonita que contiene mensajes puramente filantrópicos. Lo que no se ajuste a esto, lo olvidamos. El ser humano actual no puede aceptar que exista trascendencia y que esta se manifieste a través de lo sagrado. Por eso es necesario señalar a Cristo. Mostrar su presencia más allá de las caricaturas que nos venden para que olvidemos a Dios y veneremos becerros de oro. Ídolos hechos a nuestra imagen y semejanza.
Esta estrella es el Camino, y el Camino es Cristo, pues por el Misterio de su encarnación Cristo es nuestra estrella, astro brillante de la mañana que no se ve donde está Herodes, pero que vuelve a aparecer allí donde está el Salvador y enseña el camino. (San Ambrosio, in Lucam, 2,45)
¿Se inventa esto San Ambrosio? Lo podemos leer en el Evangelio de San Juan. Cristo es el Camino que nos conduce al Padre. Camino que los Sabios de Oriente tomaron para llegar a Belén.
Jesús le dijo: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Jn 14, 6)
Cristo es la Luz. La Luz que da sentido a nuestra vida. Sin la Luz no podemos ver, ni entender lo que nos rodea. Las tinieblas nos harán desesperar y enfrentarnos con nuestros propios hermanos.
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida. (Jn 8, 12)
Sin el Camino, nada podemos. Sin la Verdad, nada conocemos. Sin la Vida, nada podemos. ¿Y sin Cristo?
Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada. (Jn 15, 5)
¿Quiénes siguen la Estrella? Tres Sabios de Oriente. Tres personas vieron la señal en el cielo y confiaron en Dios. ¿Qué representan estos Sabios?
Estos magos, ¿Qué otra cosa fueron sino las primicias de las naciones? Los pastores eran israelitas, los magos, gentiles; éstos vinieron de tierras lejanas, aquéllos de cerca. Sin embargo, unos y otros acudieron con presteza a la Piedra Angular. (San Agustín, in sermone 4 de Epiphania)
Dejaron todo y siguieron la Estrella. Como indica San Agustín, tanto los Sabios como los pastores, buscaban la Piedra Angular. La Piedra desechada por albañiles y arquitectos. Nos deberíamos de ver reflejados en ellos, aunque no tengamos el valor de dejar todo para seguir a Cristo. Cristo nos llama y nos espera. Nuestra soberbia y egoísmo nos retienen, pero Él sigue esperando.
Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. (Mc 10, 21)
El Tesoro, la Perla, es Cristo mismo que espera que abramos la puerta de nuestro ser. Si vemos la Luz de la Estrella y caminamos el Camino, junto a la Verdad, estamos abriendo la puerta a Cristo.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. (Ap 3, 20-21)
Si vivimos nuestra vida con Fe, Esperanza y Caridad, la puerta permanecerá abierta. Nadie la podrá cerrar. Cristo mismo nos conduce hasta Él.
Yo conozco tus obras. Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar, porque tienes un poco de poder, has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre. (Ap 3, 8)
Una vez llegan ante el pesebre ¿Qué le entregan los Sabios de Oriente a Cristo?
Los tres hombres que ofrecen a Dios sus dones representan a sus pies las naciones venidas de las tres partes del mundo. Mientras abren sus tesoros, hacen salir del fondo de su corazón la confesión de la fe. Lo hacen "en la casa" para enseñarnos que no debemos publicar los tesoros de nuestra alma. Ofrecen tres dones, esto es, la fe en la Santa Trinidad. También puede entenderse que de sus tesoros abiertos ellos ofrecen los que son figuras de los tres sentidos de la Sagrada Escritura: el histórico, el moral y el alegórico; o las tres partes de la ciencia: la lógica, la física y la moral, ciencias todas que sirven a la fe. (Glosa. Catena Aurea Mt 2, 10-11)
Dios nos llene de fuerza y paciencia para seguir la Estrella que conduce hacia Él. Quiera el Señor ayudarnos a no distraernos con todas las maravillas vacías que el mundo vende como esenciales. El Camino es largo y la carga es pesada. No cabe duda que no podemos caminar solos en el páramo social en el que vivimos. Necesitamos caminar unidos, teniendo a Cristo como vínculo de unidad y fraternidad entre nosotros.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera. (Mt 11, 29-30)