A todos los que procuramos hacer de la vida algo significativo, en general la palabra cambio, transformación resuena en nuestro interior con un eco muy particular. Nos recuerda la sed que tenemos de lo auténtico, de una vida enraizada en los valores que no pasan, esos que si los has vivido, son los que darán al final de tu existencia la nota distintiva.
San Juan de la Cruz lo resumió muy bien: "Al final de la vida te examinarán sobre el amor". Además de hermosa, esta frase es un buen leiv motiv. Vivir con el amor como brújula es un estilo de vida atractivo. Un amor sereno que se concreta en acciones cotidianas, y que puedes ir revisando en el mismo día. ¿Por qué, para qué he hecho esto? ¿He puesto cariño en esta acción? ¿Qué me lleva a actuar? ¿Desde dónde brotan mis acciones? ¿Vivo desde el ser o desde el hacer? ¿Mi hacer va en consonancia con mi ser? Si no es así, ¿qué es lo que me lo impide? ¿Qué puedo poner de mi parte para conseguirlo?
En mi caso, cuando me veo demasiado inmersa en el hacer, las tareas pendientes que no se acaban nunca... hago el parón. ¿Voy a ser más feliz porque en el día de hoy haya hecho diez cosas en lugar de siete? ¿Son todas necesarias? ¿Puedo dejar de hacer algunas y ocupar ese tiempo en algo que me centre como persona, que me ayude al encuentro conmigo misma, a revisar mi leiv motiv, y retomar mis acciones desde mi ser, desde la esencia de lo que soy?
La Madre Teresa, en el tren que la llevaba a Darjeeling, experimentó en carne propia la sed de Jesús. La sed que tiene de nuestro amor, de que vivamos por y para el amor. Fue una llamada luminosa y apremiante que iba a cambiar y gobernar su vida. Responder a la primera no le resultó fácil. "Ve, Jesús, y busca un alma más digna, una más generosa.Tengo mucho miedo.- Ese miedo me muestra cuánto me quiero a mí misma. Tengo miedo del sufrimiento que vendrá - llevando esa vida india, vistiendo como ellos, comiendo como ellos, durmiendo como ellos - viviendo como ellos y no haciendo nunca nada a mi estilo. Cuánta comodidad ha tomado posesión de mi corazón."
Sin embargo aceptó el reto, y una vez dio el primer paso, el ardor del deseo de cumplir la vocación a la que estaba llamada la consumía: "Estos deseos de saciar el anhelo de Nuestro Señor por las almas (...) van en aumento con cada Misa y Sagrada Comunión. En una palabra, todas mis oraciones y todo el día - están llenos de este deseo."
Alguien le dijo a la Madre Teresa que ella era "el amor en acción". Ella misma reflexionó que "si no hubiera recogido a esa primera persona que agonizaba en la calle, no podría haber recogido a miles más adelante".
Vale la pena intentar comprender el proceso interior que debió de recorrer para llevar a cabo esa primera acción. Seguro que también a nosotros se nos presentan ocasiones en la vida en las que asumir el reto de llevar a cabo una determinada acción puede decidir nuestro futuro.
Citas extraídas del libro de Joseph Langford El fuego secreto de la Madre Teresa