Con lo que me gusta Nueva York no voy a ir por allí (lo siento por mis hijas) hasta que no deje Muñoz Molina el instituto Cervantes por la remota posibilidad de encontrarme con su actual esposa, Elvira Lindo, que no sabe ni que existo, pero que tan sólo su visión me produciría un chungo que para qué.
Empieza su sermón laico del miércoles “No es extraño que sea en países eminentemente católicos, España, Italia, e Irlanda, donde resulte más traumático aceptar un debate sobre las rezones de la escandalosas frecuencia con que en el seno de esta fe se cometieron abusos a menores” Bueno siguiendo su razonamiento, por llamarlo de algún modo, diríamos: “No es extraño que en países católicos como España, Méjico o Polonia los correligionarios de Elvira Lindo hayan matado, toreado, desmembrado, fusilado, tirado vivos por chimeneas de minas y quemado vivos a sacerdotes, obispos y monjas”. Luego nos da moralina que huele a tea “La concepción de pecado es variable según cada religión o cada conciencia; el delito es incuestionable” Y ¿Qué es delito, bonita? ¿El conducir por la izquierda? ¿El fumar? ¿El montar en moto sin casco? ¿El aborto? Depende de las leyes del país, de la época etc. Incluso el aborto ha pasado de delito a derecho. Y luego la memez de moda: “Hay una palabra que centra el debate: celibato” ¿Qué debate? ¿El tuyo con tu marido? No te quieres enterar de que el verdadero debate, si es que hay debate (yo como no vivo en nueva York, no me entero de lo que pasa en España) es la homosexualidad, que en los casos de pederastia dados entre el clero es inmensísima mayoría. Sé que esto no es políticamente correcto pero es la realidad. Si de verdad se preocupa por la iglesia (y no de ver como arde) adéntrese en ese mundo de los homosexuales que se sienten acogidos en ella. Pero claro, si para usted el amante gay de un pastor episcopaliano del que se enamoró en Nueva York es un “ángel”, en sus propias palabras, y si el que tenga decorada la casa con cuadros de “efebos con miembros de tamaño nada desdeñable” es el colmo del buen gusto, pues apaga y vámonos.
¿Se imaginan a su párroco con una foto de Pamela Anderson es la sacristía?