Como el niño recien nacido ansiad la leche auténtica, no adulterada, para crecer con ella sanos. Aleluya (1 Pe 2,2).
La primera epístola de San Pedro, de donde está tomada la presente antífona, es, al parecer de numerosos especialistas, una homilía pascual dirigida a recién bautizados. Esto nos sitúa claramente en el ambiente bautismal de la Pascua. Para unos, la primera que celebran como Hijos de Dios, para la mayoría, un paso más antes del cielo.
Con este deseo debemos participar no solamente en esta celebración, sino en todas. Como niños recien nacidos que duermen confiados en brazos de su madre esperandolo todo de ella, así nosotros debemos esperarlo todo de Dios. El deseo del buen alimento para crecer y madurar, en nuestro caso, lo es para crecer y madurar la fe recibida en la pila bautismal.
Pero no cualquier alimento, sino la verdadera doctrina, la Palabra de Dios y su Cuerpo y Sangre. Y esto solamente lo recibimos de Él ; por ello, como quien está ante Él, así debemos desear, con humildad y esperanza.
Con este deseo debemos participar no solamente en esta celebración, sino en todas. Como niños recien nacidos que duermen confiados en brazos de su madre esperandolo todo de ella, así nosotros debemos esperarlo todo de Dios. El deseo del buen alimento para crecer y madurar, en nuestro caso, lo es para crecer y madurar la fe recibida en la pila bautismal.
Pero no cualquier alimento, sino la verdadera doctrina, la Palabra de Dios y su Cuerpo y Sangre. Y esto solamente lo recibimos de Él ; por ello, como quien está ante Él, así debemos desear, con humildad y esperanza.