Año del Señor 2020
25 de enero
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿PERFECTAMENTE ORGANIZADA?
Desde que Israel pasó a Comunidad nos quedamos Lety y yo solas al cuidado de todo el Noviciado: limpiar, lavar, ordenar, cuidar la parte de huerta que le corresponde...
Las lavadoras y tendederos son comunes con el resto de la Comunidad. Desde hace un mes, voy frustración tras frustración porque llevo la ropa a lavar, la tiendo, y, cuando voy a recogerla, ¡me la encuentro doblada! Sentía que no llegaba, que no cumplía con lo que tenía que hacer. Cada semana me propongo llegar a todo poniendo una alarma, bajando varias veces para ver si se ha secado... pero alguien se adelanta, alimentando en mí el deseo de ser más rápida la semana siguiente.
Ayer teníamos cocina, ¡era perfecto! Puse las lavadoras, calculé el tiempo que necesitaba para sacarlas, tenderlas y recoger la ropa sin que nadie, “por fin”, lo hiciese por mí. Faltaban diez minutos para bajar cuando de repente una hermana se asomó por la puerta de la cocina diciendo:
-Me he tomado la libertad de tenderte la lavadora y poner la secadora.
Imagina lo que pudo expresar mi cara... todo menos una sonrisa acogedora. ¡No me lo podía creer! De nuevo se habían adelantado.
Pero, ¿sabes?, dentro de mí sabía que no estaba bien mi actitud. Cuando algo me inquieta por dentro, corro a la capilla y dejo que sea Cristo el que me ponga en orden (nunca falla).
Él me hizo dar la vuelta a todo, cambiar la mirada y descubrir cómo mis hermanas se estaban volcando por ayudarnos a llegar, por cuidarnos, y que la única que me exigía dar la talla era yo a mí misma. Daba gracias por no haber podido llegar por mí misma, y pedía al Señor aprender a acoger a las personas que tantas veces se acercan a ayudar en cosas pequeñas. Sí, quizá yo puedo, pero sola no se camina.
Cuántas veces pensamos o sin darnos cuenta nos metemos en el rol de “tanto haces, tanto vales”. Y, sin embargo, por mucho que hagamos, por muchas “lavadoras que tendamos” por nosotros mismos... aunque parezca compensarnos en un primer momento por haberlo logrado, todo queda en nosotros.
Cristo no nos pide que lleguemos a todo eso que nos proponemos, solo nos pide que vayamos con las manos vacías, con corazón de niños, y pongamos Amor en lo que hacemos. Unas veces nos tocará hacer sirviendo a los demás; y otras... dejarnos hacer.
Hoy el reto del amor es que te dejes ayudar acogiendo al que te ofrezca ayuda o pidiendo ayuda en algo. Que tu valor no esté en lo que haces, sino el Amor que pones en ello como misión que el Señor pone en tus manos.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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