Últimamente, se está empezando a hablar más sobre el duelo perinatal y se han fundado varias asociaciones para visibilizar ese duelo. Unas más centradas que otras y algunas que llegan al absurdo de acompañar el dolor de una mujer que ha tenido un aborto provocado reconociendo la destrucción y el sufrimiento que ese aborto ha traído consigo y a la vez justificar ese aborto y tratarlo incluso como “acto de amor”.
El duelo perinatal es el proceso que atraviesan las personas tras la pérdida de un hijo no nacido o al poco de nacer: Por un aborto espontáneo o provocado, por la “reducción selectiva” del embarazo, por complicaciones en el parto, por una enfermedad grave del bebé que le ocasione la muerte antes o al poco de nacer...
Este tipo de pérdidas son poco reconocidas por la sociedad y son tratadas habitualmente con muy poca delicadeza para con los padres, a veces por pura ignorancia de lo que supone para ellos la pérdida y otras por la despersonalización del bebé.
Es habitual cuando una persona tiene una aborto espontáneo que las personas de su alrededor la intenten animar con frases como “mujer ya tendrás otro” o “era aún muy pequeño” y esto con la mejor intención, sin darse cuenta de dichas frases no suelen animar mucho sino más bien lo contrario. Ya tendrás otro supone quitar importancia al que se fue, puesto que ningún ser humano es sustituible por otro. Diferenciar un dolor de otro por el hecho de que el bebe tuviera más o menos semanas de gestación es marginar al más pequeño o considerarlo de menos valor solo porque es más pequeño. Esto lo digo además porque lo he vivido en primera persona.
El duelo perinatal es un duelo oculto y es a menudo difícil de superar, ya que no contamos con los elementos de los que disponemos para superar otros duelos:
- por una parte, porque no hemos podido despedirnos de ese bebé, porque no tenemos recuerdos suyos, ni fotos, ni nada que nos los recuerde,
- porque no hemos tenido un funeral y un entierro
- porque no se nos reconoce que hemos perdido un hijo, y esto de manera más evidente en el aborto provocado, pero también en el espontáneo.
Y este es un tema clave, el de la personalización del hijo perdido. Cuando una mujer se queda embarazada sabe que está embarazada de un hijo, no es necesario que nadie se lo diga, lo dice la naturaleza y la lógica más elemental. Por consiguiente, cuando ese embarazo se malogra sabe que ha perdido, un hijo. En su interior lo sabe, otra cosa es como psicológicamente podemos convencernos de lo contrario.
Aunque en el aborto espontáneo en ocasiones no existe la personalización del hijo perdido especialmente cuando la perdida del embarazo es en fases muy tempranas por un mecanismo de autodefensa psicológico, normalmente los padres sí reconocen que han perdido un hijo.
Sin embargo, en un aborto provocado existe también en ocasiones un proceso por abordar en este sentido, puesto que, si bien su naturaleza le dice que ha perdido un hijo, como ya he comentado, en el consciente se oculta esta perdida como si no hubiera habido nunca un hijo como mecanismo de defensa psicológico que lo hace más aceptable y porque la ideología y la presión del grupo así se lo aconsejan; sin embargo, queda latente y aparece en un momento dado con gran fuerza.
Creo que empezar a reconocer el duelo perinatal y la necesidad de acompañamiento es una buena noticia, desde Proyecto Raquel lo venimos haciendo en España desde hace más de una década. Sin embargo, cualquier proceso de sanación si no se basa en la verdad está condenado al fracaso más absoluto: si no reconocemos la humanidad del bebé o si aun reconociéndola justificamos que pueda acabarse con su vida no haremos sino ahondar la herida y cronificar el duelo.
Solo desde la Verdad y desde la Misericordia y solo con la confianza de saber que el hijo perdido ahora vive en el Señor se puede superar este duelo incomprendido.