Y esta es la condenación: que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Jn 3, 19)
¿Amamos más la tinieblas que la Luz? La Luz ilumina y muestra todo lo que las tinieblas quieren ocultar. La Luz, nos saca del ensoñamiento de las apariencias y los simulacros. La Luz muestra dónde estamos y dónde está nuestro destino. La Luz muestra la Verdad que el mundo quiere ocultarnos. ¿Por qué amamos más las tinieblas? La respuesta es sencilla: porque podemos aparentar ser, tener y poder, lo que no somos, tenemos o podemos. La mentira desaparece cuando la Luz llena todo lo que nos rodea.
Después de la pregunta de los discípulos sobre la parábola y su explicación, añade justamente: "¿Por ventura se trae una Luz...", etc. Lo que equivale a decir: He usado esta parábola, no para que quede oculta y sin ninguna manifestación, como debajo de un celemín o de una cama, sino para ser manifestada a los que son dignos de ello. La Luz para nosotros es nuestra inteligencia, la cual aparece clara u oscura, según la cantidad de la Luz. Si se descuidan, pues, las meditaciones que alimentan la Luz y el recuerdo en que ella se enciende, bien pronto se extingue. (San Juan Crisóstomo. Catena Aurea Mc 4, 21-25)
Como dice San Juan Crisóstomo, la Luz es nuestra inteligencia como don del Espíritu, no como capacidad humana por sí misma. Cuando habla Cristo ilumina porque es el Logos de Dios, la Verdad que habita entre nosotros. Señala lo esencial y muestra las tinieblas como son, un cómodo engaño que nos hace vivir ocultos a Dios. Cuando Adan y Eva pecaron, se escondieron de Dios. Perdieron la confianza de mostrarse tal cual son. Perdieron la capacidad de comunicarse directamente con Dios. Esto lo relata muy bien San Gregorio Nacianceno. El ser humano postmoderno vive en una realidad difusa, borrosa, fluctuante. Una realidad que cambia según la necesidad de quien gobierna en ese momento la sociedad. La imprecisión nos gobierna porque se oculta la Luz. que es Cristo. e crean tantos cristos como personas o tendencias existan. Pero todos ellos son sólo reflejos interesados y distorsionados de la Verdad.
En Deuteronomio 15, 9, se llama al ser humano a "estar atento a sí mismo". Pero atento para no convertirnos en modelo y forma con el que medir todo. Estar atentos para no ocultar la Luz que nos da sentido y dirección en la vida. El ser humano es un misterio para sí mismo y por eso debemos buscar que la Luz de la Gracia llene nuestros pensamientos, actos y sentimientos. Estar atentos a no ir contra la naturaleza para degradarnos, pervertirnos, animalizarnos. Estar atentos para ir el sentido que Dios nos dio al crearnos y convertirnos para santificarnos. Santificarnos conlleva unirnos al Logos de Dios y seguir sus pasos. Conlleva escapar del embrutecimiento del entendimiento que tanto valoramos hoy en día. Andamos todo el día mirando nuestros teléfonos, escuchando música, viendo series que nos hacen vivir una no-vida de ficción. ¿Qué vida vivimos y quienes la gobiernan? Sin duda no nos guía Dios.
El mundo no acepta la Luz y por eso la intenta ocultar bajo el celemín. No permitamos que eso nos ocurra, porque hemos sido llamados a estar atentos a nosotros mismos para no perder el camino que ha trazado Cristo.