Año del Señor 2020
27 de marzo
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
PARTE DEL EQUIPO
El otro día escribí a un amigo mío, sacerdote en Madrid. Su parroquia no está pasando un buen momento. Respondió poniéndome un poco al tanto de la situación. El mensaje terminaba con una frase que me impactó mucho:
“Cuidaos y cuidadnos”.
Qué bella forma de pedir que sigamos orando por ellos...
Y es que muchas veces me dejo llevar por la actividad, por el hacer... Siento que, si no hago algo en esta situación, no estoy colaborando. ¡Qué difícil es no poder “hacer” nada!
Pero, ¿acaso eso es verdad? ¿No podemos hacer nada? ¡Claro que sí! Podemos orar. Y te aseguro que estoy sintiendo de forma nueva el reto que eso supone. Parece más fácil intentar arreglar las cosas por nuestra cuenta, o desesperarse incluso... que detenerse y orar por ellas.
Orar significa reconocer que no podemos hacerlo nosotros. Significa dejar el problema en manos del Señor y confiar en Su poder. Implica priorizar la actividad de Cristo por encima de la actividad del hombre. Eso es lo difícil: no poder actuar, tener que confiar. Y, sin embargo, para muchos de nosotros, esa es nuestra misión en este momento.
Tenemos miles de profesionales sanitarios arriesgándose a diario cara a cara con la enfermedad. Pero también hay agentes de seguridad, transportistas, trabajadores, voluntarios, sacerdotes... Hay muchas personas que cada día se arriesgan para mantenernos en esta situación. Ellos nos cuidan. Nuestra misión es cuidarles a ellos.
La oración no tiene límites. No depende del lugar ni del tiempo. Basta un corazón dispuesto a presentarse ante el Señor para interceder por nuestros hermanos.
Mientras Josué y su ejército luchaban contra Amalec, en lo alto del monte Moisés mantenía los brazos en alto, orando a Dios. Porque la victoria no depende solo del campo de batalla. Y cada uno tenemos nuestra misión en este momento. ¿Vienes a ocupar tu puesto?
Hoy el reto del amor es ser la defensa de una persona. Piensa en alguien conocido que esté fuera de casa en estos momentos, trabajando, ayudando o enfermo. Ora por él o ella, con su nombre. Y, si no tienes a nadie cercano, ora “por quien más lo necesite”. Que nuestra oración sea hoy el escudo y la fuerza de nuestros hermanos. Cumplamos la misión que Cristo nos ha encomendado: amarnos y cuidaros unos a otros. No hay distancia que pueda impedir eso.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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