A veces me cuesta perdonar. Es más, no soy capaz y aunque quiera, no puedo, y le pido ayuda a Dios.
A veces, no puedo pedir perdón, entonces le digo: Padre, enséñame.
A veces, me cabreo, y pido la paciencia que Dios se empeña en tener conmigo.
A veces, por mucho que le pida a Dios, no le oigo.
Entonces surge él, su imagen, su figura, su ejemplo, y me enseña como un padre cercano, pidiendo perdón por lo peor; perdonando sin condición; dando explicaciones por lo que no habría que explicar, y también por lo que merece una explicación.
Le tumban, y pone la otra mejilla. Le abofetean sin parar, y no se va. Al día sigueinte no se queda en la cama, ni en casa. Sale otra vez y da la cara, y entonces, se la vuelven a partir.
 
En el cielo, tal vez yo entienda muchas cosas que no entiendo ahora, o tal vez ya me dé igual. Pero hasta entonces, mi oración y amor por él, LA ROCA.
 
Avemaría…