«Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios.»
Queridos hermanos
Estamos en el domingo en la Festividad de la Santísima Trinidad. ¿Qué manifiesta esta fiesta? Manifiesta quién es Dios. El Padre ha glorificado al Hijo con el amor de su Espíritu, por eso también la Iglesia Católica, cada domingo, glorifica a Dios uno y trino. Todos tenemos que interiorizar este misterio trinitario que se manifiesta en la vida cristiana. Por eso la Eucaristía es obra de toda la Santísima Trinidad. Dios vive en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu. El Padre envió a su Hijo hecho hombre y nos ha dejado su Espíritu para seguirle, para ser cristiano. Por eso la primera Palabra del libro de los Proverbios nos dice en qué consiste la sabiduría de Dios, presente desde el “comienzo de sus obras antiquísimas”, durante toda la creación cimentada en la Palabra de Dios
Por eso respondemos con el Salmo 8: “Que admirable es tu nombre en toda la tierra”, porque invocando su nombre podemos ser cristianos, bendecimos por todas sus obras. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?”. El Señor, hermanos, ha exaltado al hombre y le ha dado el mando sobre las obras de sus manos.
La segunda Palabra es de San Pablo a los Romanos donde nos dice que hemos obtenido con la fe el acceso gratis al Espíritu Santo, que nos lleva incluso a gloriamos en las tribulaciones, que, en definitiva, hace nacer en nosotros la esperanza fundada en el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones.
El Evangelio que es de San Juan nos dice que el Espíritu de la verdad nos guiará hasta la verdad plena. Todos necesitamos el Espíritu de la verdad. Cuando se introduce el espíritu de la mentira, entra en nuestro corazón la hipocresía, el mundo, el demonio, la carne, la falsedad, la corrupción. Por eso termina diciendo San Juan: “Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”. Dios ha enviado a su Hijo para reconstruir en nosotros la creación de Dios, el hombre auténtico, verdadero, feliz. Por eso ánimo, hermanos, pidamos a la Santísima Trinidad que abogue, es decir, que actúe en medio de nosotros, en donde nosotros no podemos o tenemos dificultades para amar, para trascender al otro; para ser uno con Él. Pidamos al Señor en nuestras debilidades y dificultades, donde no llegamos, donde nos es imposible amar o trascendernos, para que Él, el Señor, actúe, y su Espíritu, este Espíritu Trinitario, nos enseñe a vivir en comunidad, es decir teniendo en cuenta al otro, viviendo para el otro, viviendo para Dios. El Señor siempre está buscando a quién donar su Espíritu gratuitamente. Por eso ánimo hermanos, invoquemos su poder y su gracia.
Que el Señor os bendiga con su paz y os conceda vivir esta fiesta de la Santísima Trinidad en la interiorización del amor de Dios, que se manifiesta en nuestra relación con los demás.
+ José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao