No necesito papeles para casarme
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Te cuelgo uno de ellos: Amor, noviazgo y sexo
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La felicidad humana es proporcional al desarrollo de la capacidad de amar, y esta es proporcional al compromiso que se tenga con el amor de cada uno.
La capacidad de amar a un hijo es muy grande, porque el compromiso es muy grande. Una persona es cada vez más feliz cuanto más aumente su capacidad de dar y darse.
En el fondo, lo que el hombre busca para ser feliz es amar y ser amado.
Hay entregas que se van desarrollando poco a poco y decisiones que se desarrollan en un solo acto. Casarse es de estas últimas, de una vez. Me entrego al otro totalmente y una vez hecho pone a sus protagonistas, él y ella, en una posición muy diferente a la que tenían antes.
No es un papel, soy yo el que se entrega.
Irse a vivir juntos es poner a prueba al otro. Es dejar una puerta abierta, no es darse del todo. Generalmente esa puerta, antes o después, se termina utilizando. La vida no es muy larga, aunque algunas veces nos parezca así. Por eso hay momentos en que se toman decisiones como si lo fuera. No es muy larga, decía, pero es muy ancha, pasa de todo y, antes o después, tendremos razones para utilizar esa puerta.
No hay más que mirar a la sociedad y uno verá todos los días abrirse puertas de esas que parece que no se podían abrir, porque el amor lo puede todo. Cosa que es verdad.
Lo que ocurría es que le estaban llamando amor a lo que no lo era. Por la experiencia que tengo, irse a vivir juntos en la mayoría de los casos, implica miedo a comprometerse sin vuelta atrás.
Por otra parte, toda pareja se forma con sentido de permanencia. Nadie dice te quiero por dos años y medio. Eso no es compromiso total y eso de irse a vivir juntos hace que en el fondo la pareja tenga una inestabilidad en el amor, un miedo a que el otro se desencante, una incapacidad para tomar decisiones a la hora de tener hijos.
Esa pareja se ha formado en un principio de egoísmo, no se atreven a darse por entero. Por tanto es una pareja a la que le falta amor.
Hay personas que cuando se lo dices no te creen pero cuando avanza el tiempo te van dando la razón.
Las parejas que viven juntos se separan mucho más y, en muchos casos, antes de los cinco años. Son más proclives a la infidelidad, esto no es un invento, hay bastantes estudios que lo manifiestan. Lo que sucede es que no se piensa en ello. Uno siempre cree que lo de uno no es como lo de los demás.
Muchas veces se basan en la sexualidad, viendo, observando, analizando a ver si el otro me llena. Lo cual genera inseguridad y falta de naturalidad en las relaciones. El miedo a no gustar aparece con frecuencia.
Cuando uno se compromete, el amor tiene una calidad totalmente distinta que la meramente afectiva que es la que se tiene, generalmente, cuando se toma la decisión de irse a vivir juntos.
Evidentemente no asegura el matrimonio el éxito en la relación, hay que pelearla, pero nadie me negara que en una unión con eso mimbres, sabiendo que hay que pelearlo hasta el final, la posibilidad de éxito es mucho mayor que en una unión liquida, temerosa, insegura basada en la parte más superficial de la afectividad.
Además irse a vivir juntos no es lo mismo que casarse, igual que entregarse no es lo mismo que es como si me hubiera entregado, o tener un cáncer no es lo mismo que como si lo tuviera.
Nos engañamos con facilidad y luego nos extrañamos de nuestra infelicidad.