Si es que tal relación entre celibato sacerdotal y pedofilia en el clero existe, como de manera abyecta pretenden algunos, desfigurando por completo la naturaleza de las cosas.
Como ya sostuve en otro artículo reciente, soy de los que cree que la cuestión del celibato la han de resolver las personas directamente concernidas por él, y no aquéllos a los que no nos afecta salvo por una cuestión ideológica que, en realidad, no hace al caso. No obstante ello, no quiero dejar de pronunciarme en el sentido de que ni a mi ni a ningún observador imparcial se nos escapa el hecho de que el celibato sacerdotal, ni por el más inextricable de los caminos imaginables, conduce a la pederastia, como muchos de los que se manifiestan contra el celibato pretenden.
No hay que ser un genio para entenderlo. El cura que no se halle bien en su celibato, no buscará, si es una persona normal, un niño con el que satisfacer sus apetitos sexuales, y sí una mujer, y cuanto más mujer mejor. Pero si, por el contrario, tuviera inclinaciones pedofílicas, la alianza matrimonial no tiene porque ser mejor disuasor que el alzacuellos para procurarse un niño con el que aliviar sus perversos instintos. Dicho de modo aún más elocuente: la eliminación algún día del celibato sacerdotal podrá producir en el clero multitud de efectos, menos el de reducir la proporción, de por si ínfima, de curas pederastas.
Como ya sostuve en otro artículo reciente, soy de los que cree que la cuestión del celibato la han de resolver las personas directamente concernidas por él, y no aquéllos a los que no nos afecta salvo por una cuestión ideológica que, en realidad, no hace al caso. No obstante ello, no quiero dejar de pronunciarme en el sentido de que ni a mi ni a ningún observador imparcial se nos escapa el hecho de que el celibato sacerdotal, ni por el más inextricable de los caminos imaginables, conduce a la pederastia, como muchos de los que se manifiestan contra el celibato pretenden.
No hay que ser un genio para entenderlo. El cura que no se halle bien en su celibato, no buscará, si es una persona normal, un niño con el que satisfacer sus apetitos sexuales, y sí una mujer, y cuanto más mujer mejor. Pero si, por el contrario, tuviera inclinaciones pedofílicas, la alianza matrimonial no tiene porque ser mejor disuasor que el alzacuellos para procurarse un niño con el que aliviar sus perversos instintos. Dicho de modo aún más elocuente: la eliminación algún día del celibato sacerdotal podrá producir en el clero multitud de efectos, menos el de reducir la proporción, de por si ínfima, de curas pederastas.
El cura que practica la pederastia es a la vez un enfermo y un delincuente, de manera idéntica a como lo es el pederasta que no es cura. Ahora bien, el cura que incurre en tal delito y sufre tal patología, no lo hace en modo alguno por profesar el celibato. Defender tal sería lo mismo que defender que un célibe seglar, que también los hay y muchos, más de los que queremos creer y no necesariamente por cuestiones religiosas, es proclive a la pederastia, algo cuya sola insinuación sería considerado grosero, ofensivo e intolerable. No veo porqué, por el solo hecho de tratarse de curas, no hemos de considerarlo de igual manera.