Agradecemos a Martín Ibarra el texto de su conferencia que nos cede para poder ser publicada en este medio y poder ser leída y meditada. MUCHAS GRACIAS.

ESPIRITUALIDAD Y ORACIÓN DEL OBISPO DE LÉRIDA SALVIO HUIX por el Dr. MARTÍN IBARRA BENLLOCH, Director de las Jornadas Martiriales.

Don José María Torrent, provicario general de Barcelona, escribió al cardenal Eugenio Pacelli, secretario de Estado, desde Barcelona el 26 de noviembre de 1937 una carta en la que expone el estado de la cuestión de las diócesis del arzobispado de Tarragona. En ella se lee: «III. El clero de la diócesis de Lérida es el que cuenta con más víctimas de la revolución; parece son mucho más de la mitad los que con su santo Obispo al frente, han dado su sangre con generosidad y edificación»[1].

Tenemos noticias de la detención del obispo Salvio Huix en julio de 1936, su ingreso en la cárcel de Lérida y su asesinato en la madrugada del 5 de agosto en el cementerio de la ciudad. Su vida en la cárcel es de recogimiento, oración, trabajo, de animar y ayudar a los demás presos. Nos sobrecoge su martirio. Dios da la gracia del martirio. Pero hay personas que se van preparando poco a poco durante su vida. Este es el caso del beato Salvio Huix.

1. DE SACERDOTE DEL ORATORIO DE SAN FELIPE NERI A OBISPO

El beato Salvio Huix Miralpeix nació en la casa solariega Huix de la parroquia de Santa Margarita de Vellors (Barcelona) el 22 de diciembre de 1877. Estudió en el colegio de los padres de la Sagrada Familia de Santa Coloma de Farnés. Pasó luego al seminario de Vich donde estudió Humanidades, Filosofía y Teología. Se ordenó presbítero en 1903 y ejerció de vicario en la parroquia de Nuestra Señora del Coll. En el año 1907 ingresó en el Oratorio de San Felipe Neri de Vich, del que fue elegido prepósito en 1922.

En abril de 1928 fue consagrado obispo titular de Selimbria y administrador apostólico de Ibiza[2]. Su lema episcopal fue: «Hagamos el bien siempre, en todas partes y por todos los medios». En enero de 1935 fue preconizado Obispo de Lérida. La entrada en Lérida el 6 de mayo de 1935 fue apoteósica por parte de los fieles, incluso de las autoridades[3].

Las grandes celebraciones, como el Corpus Christi se siguen celebrando, pero por el interior de la catedral[4].

Los Oratorios del Amor Divino se fundaron en Roma, para conseguir la santidad de sus miembros a través de la oración en común y la comunión frecuente[5]. El primer oratorio que se establece en España es el de Valencia en 1645, seguido del de Barcelona en 1673. En sus Constituciones, el Oratorio manifiesta un deseo de vida de oración y de frecuencia de los sacramentos. Sus prioridades como religiosos son la dirección espiritual, la confesión, la evangelización, la predicación y el apostolado[6]. Posteriormente se les distinguirá por estos cuatro elementos: Humildad, caridad, oración y alegría[7]. Y no nos podemos olvidar de su carácter esencialmente mariano, pues san Felipe Neri entendía que la Virgen María era la principal intercesora ante su Hijo[8].

Siendo sacerdote del Oratorio en Vich, don Salvio publicó un librito para sacerdotes y almas piadosas titulado Semana Eucarística[9]. Transcribimos unos párrafos muy interesantes, porque en su vida posterior, demuestra la veracidad de sus afirmaciones y el esfuerzo constante por ser coherente y fiel a Dios.

«Que todas mis aspiraciones y deseos no sean otros sino dar mi vida para gloria y amor a Vos, ya que Vos disteis la vuestra por la salvación mía y el amor a mí. Vos solo me bastáis perfectamente. A Vos doy todo lo que tengo; si más tuviere, con gusto todo lo daría. Hacedme fiel hasta la muerte. Que no retracte nunca esta mi voluntad deliberada actual. Vos lo podéis todo; hacedme la gracia de vencerlo todo, con tal de seros siempre fiel. Lo podéis todo: Hacedme vivir y morir con Vos y por Vos, ya que sólo Vos sois mi vida, mi santidad, mi amor, mi dicha y felicidad eterna. Os pido, Señor, la gracia de querer sufrir siempre cualquier tribulación, trabajo o enfermedad e incluso la muerte. Os pido la virtud que me es necesaria para luchar contra las dificultades y derramar la sangre, si es necesario, para sostener y defender el honor de vuestro Sagrado Evangelio. Confirmad Vos este propósito y con vuestra virtud divina haced eficaz y perseverante esta promesa mía. Ahora, Padre amantísimo, me coloco yo también sobre el altar del sacrificio y os suplico que os dignéis recibir el ofrecimiento total que os hago de mí mismo, de mi alma con todas sus potencias y de mi cuerpo con todos sus sentidos; todo es don y regalo que he recibido de vuestra generosidad infinita; yo os lo devuelvo en prenda de agradecimiento y de homenaje, protestando aquí, en presencia de los ángeles que rodean este altar, que no quiero servirme de vuestros dones si no es de conformidad con vuestra voluntad santísima»[10].

Vemos en este texto seis temas precisos. 1º. Glorificar y amar a Dios. 2º. Vivir y morir por Él. 3º. Sufrir cualquier tribulación. 4º. Vida virtuosa hasta ser mártir si fuera necesario. 5º. Vida de reparación. 6º. Cumplir la voluntad de Dios.

2. UNA VIDA DE FE, ORACIÓN Y REPARACIÓN

Los aspectos relacionados con su espiritualidad, vida de Fe y oración, su voluntad de expiación y reparación darían para mucho. Pero nos vamos a centrar en los seis temas citados, con ejemplos de su predicación como obispo y su comportamiento cuando sufra la persecución abierta.

1º. Glorificar y amar a Dios. 2º. Vivir y morir por Él.

En enero de 1936 el obispo Huix anunciaba la celebración en el mes de junio de unas Jornadas Eucarísticas en Lérida, en las que participarían todas las parroquias de la diócesis.

«Para Nuestro adorable Redentor ha de ser toda nuestra vida. Para Jesús Sacramentado nuestros amores, nuestro celo, trabajos y entusiasmos. Para gloria de Jesús nuestros desvelos y todo el conjunto de nuestro apostolado: para Él nuestras cruces y sinsabores, nuestros días y nuestras noches, nuestro tiempo y nuestra misma eternidad. Todo para Él, con Él y por Él. No tenemos, ni hemos de querer, otra base ni otro fundamento, sobre el cual podamos edificar sólidamente, que no sea Cristo-Jesús. Y todos los modos nuevos y todos los medios de acción que podamos emplear, circunstanciales y aconsejables, nada más serán, en fuerza de una lógica inflexible y nada más vemos que son por una manifiesta experiencia, que medios ineficaces, que siembra estéril»[11].

Las Jornadas se inauguraron el 4 de junio en la capilla de la Academia Mariana. El sábado día 6 el obispo Huix confirió sagradas órdenes[12]. El domingo 7 tuvo lugar la gran fiesta infantil, reuniéndose todos los niños y catequistas en el seminario. Un poco antes de las seis de la tarde llegó el obispo y voltearon las campanas. El martes 9 se celebró una Jornada Sacerdotal, con asistencia de unos doscientos sacerdotes en su mayoría diocesanos, aunque hubo otros de diócesis cercanas. El jueves 11 se celebró la solemnidad del Corpus en la catedral. Por la tarde hubo una gran procesión en la que participaron unas cuatro mil personas. Finaliza la crónica del Boletín Eclesiástico: «El pueblo de Lérida se ha asociado a las Jornadas, las ha vivido. Y el Cronista ve en ello una prueba de un verdadero resurgimiento espiritual, sólido como fundado en la devoción a la Sagrada Eucaristía, y altamente prometedor»[13].

Pero importa destacar el deseo del beato Huix al convocar estas Jornadas Eucarísticas: «Para Nuestro adorable Redentor ha de ser toda nuestra vida».

Hubo testigos de la entrada de la Sagrada Eucaristía en la cárcel de Lérida al departamento del obispo, José Agelet de Saracíbar, juez de primera Instancia de Lérida y Carlos La Rosa, mayordomo del ayuntamiento, aunque dan fechas distintas[14]. La trajo el párroco de Benavente de Segriá, don Antonio Benedet Guardia. El miércoles 22 de julio se había profanado la iglesia parroquial de San Juan Bautista Degollado, quemándose las imágenes y ornamentos[15]. El párroco Benedet había recogido unas horas antes el copón con la Sagrada Eucaristía y se había marchado aceleradamente, con la sotana puesta. Cuando paró en una masía cercana para descansar fue objeto de burlas y malos tratos. Después lo detuvieron y llevaron a la cárcel de Lérida donde llegó el viernes 24 de julio. Allí coincidió con el obispo Huix, a quien entregó la Eucaristía que había podido salvar[16]. Con él detuvieron a Antonio Boadella Puigcercós, un feligrés que le acompañó, que también murió asesinado en Lérida[17].

Según Jesús Quibus, el obispo «se conmovió hondamente al recibirla, y aquella tarde fue para todos los de su celda un verdadero festín espiritual. Con su palabra henchida de fervor hizo vibrar el espíritu cristiano de aquellas almas levantándolas en momentos tan solemnes –que todos, y el Obispo el primero, presentían ser los últimos de su vida- a la altura de los primitivos mártires de las catacumbas»[18]. Confesó a todos y pocas horas después, en la madrugada del 5 de agosto, saldrían hacia la eternidad.

3º. Sufrir cualquier tribulación. 4º. Vida virtuosa hasta ser mártir si fuera necesario.

En el Boletín Eclesiático de Lérida de 1938, liberada en parte la ciudad de Lérida, se publicaron informaciones sobre la estancia del obispo Salvio Huix en la cárcel:

«Sus compañeros de encarcelamiento sintieron gravarse hondamente en sus corazones y hasta las piedras de la cárcel de Lleida deben tenerlos grabados por dentro, los altos ejemplos de todas las virtudes cristianas del Obispo que humilde y sencillo, no permitía ser relevado en los oficios más bajos, yendo a por agua y haciéndolo todo como los demás presos, como un innominado: caritativo y generoso, distribuía siempre la comida que almas piadosas le traían, entre los reclusos más necesitados, contentándose con el rancho que en la cárcel se servía; valiente y apostólico, animaba a todos con sus palabras reconfortantes y sus hechos, ejerciendo decididamente los sagrados ministerios, confesando, predicando a grupos de fieles, distribuyendo la Sagrada Comunión en la que había sido Capilla de la cárcel el 25 de julio, en la época en que la prisión de Lleida era un antro de terror, en que los milicianos rojos se pasaban el día y la noche apuntando con sus fusiles al preso que asomara al exterior»[19].

Al regresar de la Visita ad limina a Roma como Obispo de Ibiza, don Salvio Huix escribió a sus diocesanos: «Y mientras nos íbamos alejando, sentíamos como el corazón nos palpitaba con fe renovada y confirmada, con adhesion más filial al Santo Padre, con vivo entusiasmo y firmes propósitos de mayor fidelidad, de fidelidad hasta la muerte y el martirio, si fuera menester, con la ayuda de la Divina Gracia»[20].

5º. Vida de reparación

Analizaremos la Pastoral de Cuaresma del año 1936 del obispo Huix, que define bien su pensamiento y la situación que se vivía en aquel entonces. Después de variadas consideraciones, en el apartado titulado «Honda preocupación», escribe el obispo:

«Y ahora, Hermanos e Hijos muy amados, en este punto la carta, debemos ocuparnos y hablaros algo de lo que es honda preocupación de todos en estos días. Debemos, por obligación de caridad y de justicia, poner la verdad al cabo de nuestra pluma y consignar esta verdad delante de Dios, delante de la Historia y delante de la conciencia de cada uno, para que, levantando en alto y con brío nuestra mirada y nuestra mente, acertemos a pronunciar un sursum corda, ¡arriba los corazones! decidido y valiente, que baste a quitar de encima de tantos esa ola de enervante abatimiento que sobre las personas buenas pesa y que iría apoderando, si más que por impresión y sentimiento, no juzgásemos por reflexión, por realidad objetiva, por espíritu de fe y criterio sobrenatural de la divina Providencia, que sigue de ordinario orientación y caminos muy distintos de los que se proponen los hombres. Cuiden los políticos de examinar y esclarecer las causas políticas, la preparación y los efectos de la situación creada. Nos, para nuestro caso, nos contentaremos con examinar la condición religioso-moral que el hecho supone, y nos limitaremos a señalar y recomendar, tan vivamente como ello nos sea dado, los medios que debemos emplear para levantar el espíritu de los decaidos, animando su confianza, no precisamente en los hombres, sino en Dios, que es nuestra fortaleza y amparo; y a la vez hacer un llamamiento a cuantos, ignorantes o engañados, han contribuido de manera efectiva a la creación de una condición de cosas tan poco tranquilizadora, que a tanta gente de bien afecta y entristece»[21].

En el apartado de «Reflexión y examen» indica:

«Nuestra situación actual es una consecuencia naturalísima de las premisas puestas en juego; es hija natural de todo un siglo por lo menos de errores enlazados y dependientes unos de otros, los cuales como tupida malla comprimen y asfixian a cuantos han tenido el infortunio de dejarse coger y aprisionar». Se pregunta si lo que sucede puede ser castigo de Dios: «Indudablemente, Hermanos e Hijos muy amados. Indudablemente estamos debajo el peso de un horrendo castigo de Dios. Consecuencia natural y castigo de Dios; ambas cosas a la vez. Porque Dios no necesita precisamente formar nuevas criaturas que le sirvan de instrumentos para castigar a los hombres, no. Le basta dejar obrar las causas naturales, le basta dejar obrar a los mismos hombres, para que se sean mutuamente ellos mismos castigo y pena. Le basta permitir que entren en combinación y actividad algunos de tantos caprichos, de tantos errores como los hombres se forjan y alimentan, para llevar a horroroso desequilibrio y desbarajuste, para originar una hecatombe en que, a la par que confundida la humana soberbia, sean también castigados los pecados de los hombres por esos mismos pecados»[22].

Se ha producido una auténtica peste en las almas por diferentes motivos. «A lo que debemos añadir el veneno más profundamente corrosivo y mortal, que es la escuela sin Dios, la escuela laica y anticatólica»[23]. Pero no hay que desesperar. En el apartado de «Almas incontaminadas y santas» escribe don Salvio:

«Claro que tampoco faltan en gran número, gracias a Dios, almas buenas, muy buenas, almas santas y afortunadas que, en medio de una generación tan perversa, no han caído en la red común, ni han prevaricado; se han librado de error por fidelísima adhesión y devoción fervorosa a la Santa Iglesia, Madre Inmaculada, Maestra infalible de Verdad, y a la Cátedra de Pedro, que desde la cima del Vaticano la preside y dirige; almas escogidas, de sentir y obrar verdaderamente sobrenatural, pararrayos de la humanidad, ángeles del Cielo, viviendo y sirviendo de ejemplo sobre la tierra, las cuales, no solamente han escapado del contagio por su virtuosa invulnerabilidad, sino que además, unidas íntimamente a Jesucristo, se han consagrado víctimas de expiación, de reparación y de indulgencia; para quienes, en estas circunstancias de tiempos tan malos, el solo vivir normalmente es ya heroico vivir, muriendo por amor a Dios y por amor al prójimo por Dios. Loor y parabienes para esas almas! Para vosotras sean todas las bendiciones y gracias confortantes de lo Alto. Nada queráis temer, porque Dios está con vosotras; porque vuestra vida celestial vuela muy por encima de los fangos de la tierra y a vosotras no pueden llegar las inmundicias y tempestades mundana[24].

Muchas de estas almas incontaminadas y santas, víctimas de expiación, de reparación e indulgencia, serían meses después mártires. Él incluido[25].

Don Salvio Huix escribe a sus diocesanos invitándoles a celebrar el mes de junio de 1936 como el mes del Sagrado Corazón. Asimismo y en comunión por lo dispuesto por el Romano Pontífice, desea que todos los cofrades, los clérigos, religiosos y seglares, ofrezcan a Dios

«por mediación de Jesucristo en los misterios de Su inefable Sacramento y de Su Corazón sacratísimo, dentro de la Octava del Santísimo Corpus hasta la fiesta inclusive del Sagrado Corazón, un rendidísimo homenaje de reparación pública y lo más eficaz posible, por las ofensas espantosas que se le hacen de cada día más, principalmente por esos desventurados hombres, que, con descaro inaudito, osan llamarse a sí mismos “los sin Dios” los cuales hacen esfuerzos incalculables, verdaderamente infernales, para negar y hacer burla de todos los sacratísimos e inefables atributos divinos y para arrancar de la mente y del corazón de todos, de niños y adultos, de los hombres y de las mujeres, de la gente docta y de la gente sencilla, todo lo que tenga resabio, hasta la idea más rudimentaria y elemental de Dios. El Santo Padre, contristadísimo por esta diabólica y universal campaña, en la audiencia concedida al Rvmo. Padre General de la Compañía de Jesús, el día 9 de este mismo mes de Mayo, se ha dignado aceptar y hacer suya la iniciativa de esta pública reparación y ha concedido la bendición que se le pedía, con estas sentidas y augustas palabras: hoc consilium animo pergrato accipere ac Suam grandem huic operi benedictionem impertire»[26].

Había que reparar ante «esta diabólica y universal campaña». Con esta claridad predicaban nuestros obispos mártires.

6º. Cumplir la voluntad de Dios

El obispo don Salvio Huix solicita ser el último en morir en la madrugada del 5 de agosto, para poder absolver y bendecir a todos los que van muriendo asesinados. Por este motivo un miliciano le disparó a la mano derecha; pero don Salvio continuó bendiciendo con la izquierda[27]. Este miliciano comentó más tarde en una tienda de Lérida este suceso y la serenidad de todos en el momento de la muerte[28].

Resulta evidente que esta manera de comportarse ante la muerte no se improvisa. Es de una persona de intensa vida de piedad, que ha considerado muchas veces en la oración su ofrecimiento a Dios por completo. Que le ha hablado una y mil veces de su afán de reparación por las almas, de su ofrecimiento como víctima expiatoria. Muere como buen obispo: absolviendo y bendiciendo. Es consecuente y fiel hasta el final, con aquel optimismo que le caracterizaba: comienza bendiciendo como debe a esas almas incontaminadas de las que hablaba en su Pastoral de Cuaresma, con la mano derecha. Prosigue como buenamente puede, con la mano izquierda. Acepta su muerte y procura cumplir la voluntad de Dios hasta el último momento.

3. EL BEATO HUIX, UN OBISPO MARIANO

La devoción a Santa María le acompañó toda su vida, desde su infancia hasta sus años como obispo. Quedó muy claro cuando fue director de las Congregaciones Marianas en Vich –con su revista Tota Pulchra de la que fue director- o cuando consiga la coronación canónica de Nuestra Señora de la Gleva. También en sus escritos[29].

A comienzos del verano de 1936, el obispo de Barcelona don Manuel Irurita Almándoz le visitó en Lérida, hospedándose en la residencia episcopal. Les unía una profunda amistad y una identidad de criterios. Ambos eran conscientes de la situación de persecución religiosa, que se podía agravar. Ambos intuían su posible martirio, quizás inminente, que sería semilla de salvación para muchos[30].

«Pero estas gracias –añadía el P. Huix- sólo las conseguirá el que sea elegido por la Virgen María»[31]. Hay que recordar que el miércoles 5 de agosto era la festividad de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de Ibiza, ante cuya imagen había celebrado la santa misa tres veces por semana[32].

A comienzos del siglo XX se hizo muy popular un himno dedicado a la Virgen María de Montserrat («rosa de abril» o «Virolai»), escrito por mosén Jacinto Verdaguer –nacido en Folgarolas, obispado de Vich, que pasó muchos años en el santuario de La Gleva, igual que don Salvio Huix- con partitura de Josep Rodoreda. Se compuso para conmemorar las fiestas del milenio del monasterio de Montserrat en el año 1880. En este himno se lee o se escucha: «guiadnos hacia el Cielo».

De los catalanes siempre seréis Princesa,

de los españoles Estrella de Oriente,

sed para los buenos pilar de fortaleza,

para los pecadores puerto de salvamento.

Cedro gentil, del Líbano corona,

Árbol de incienso, Palmera de Sion,

el fruto sagrado que vuestro amor nos da

es Jesucristo, el Redentor del mundo».

La Virgen María eligió a los dos como mártires. Uno, don Salvio Huix, ha sido ya reconocido por la Iglesia, habiendo sido beatificado en el año 2013[33]. El otro, el siervo de Dios don Manuel Irurita, está a la espera de su reconocimiento.

Que Santa María, princesa de los catalanes y Estrella de Oriente de todos los españoles, nos lleve a buen puerto, que no es otro que el Cielo: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

[Sobre estas líneas el beato Salvio Huix (con mitra), en Mataró (mayo de 1928) durante un congreso de las Congregaciones Marianas de Cataluña. El beato José Samsó, párroco de Santa María de Mataró, también mártir, con sotana al final de la foto].

[1] AAEESS, IV, Período, Spagna 891, fasc. 271, ff.80-83 (Archivo de la SC de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios); V. Cárcel Ortí, “El obispo Irurita y la persecución religiosa en las cartas de Font, Torrent y Vidal i Barraquer”, Analecta Sacra Tarraconensia 86 (2013) 808-810. Don José María Torrent era del Oratorio de San Felipe Neri, igual que don Salvio Huix, V. Cárcel Ortí, Diccionario de sacerdotes diocesanos españoles del siglo XX, pp. 1138-1142.

[2] La Vanguardia, 7-V-1935.

[3] El Siglo Futuro, 6-V-1935. «Todos los taxis de Lérida abarrotados de gente y muchos autocares acudieron de Benlloch a esperar al nuevo Obispo, que tenía indicada para ayer domingo la solemne entrada en nuestra ciudad. Le esperan grandes multitudes de todas clases, predominando las señoras y los jóvenes. Elementos del Requeté y de la Juventud atienden a todos por todas partes. Al entrar en la provincia le esperaba la Junta provincial, teniendo que hacer una nueva parada para que le saludaran los que allí se encontraban. En Cervera y Tárrega esperaban otros automóviles con jóvenes y gran cantidad de católicos de toda la provincia, entre los que figuraban tradicionalistas de Borjas, Juncosa y Llardecans. También había más de un centenar de Vich y algunos de Berga, Cervera y Mollerusa. Entró en Lérida a las siete de la tarde. Hacia su palacio, que estaba lleno a rebosar. Le acompañaban el comisario de la Generalidad, alcalde de Lérida y general gobernador militar, de uniforme, y los diputados Sangenís y Florenza.- Ortiz»

[4] La Vanguardia, 21-VI-1935. «Se ha celebrado con todo esplendor la fiesta del Corpus, dando la impresión de las grandes festividades. Las oficinas de la Generalidad, Ayuntamiento y talleres de Obras públicas y Casa de Misericordia, han vacado. El comercio y los Bancos han guardado fiesta por la tarde. En todas las iglesias, desde primera hora de la mañana, se han celebrado fiestas de Adoración y de Sagrario, habiéndose visto todos los actos religiosos muy concurridos. A las cinco de la tarde, en la Santa Iglesia Catedral, y con asistencia del obispo, doctor Salvio Huix y millares de fieles, se ha celebrado la procesión, recorriendo las espaciosas naves del templo. Muchos balcones se han visto engalanados con tapices y colgaduras».

[5] Margarita Cantera Montenegro, Las órdenes religiosas en la Iglesia Medieval. Siglos XIII a XV, Editorial Arco/Libros S.L., Madrid 1998, pp. 56-59.

[6] Constituciones y estatutos generales de la Confederación del Oratorio de San Felipe Neri, p. V. San Felipe Neri (Florencia, Italia, 1515/Roma, 26-V-1595) estableció una cofradía de la Santísima Trinidad de los peregrinos y convalecientes en la iglesia de San Salvatore in Campo de Roma el 16-VIII-1548. Lo hizo con unos “que no pasaron de quince [que vivían en] continua oración y meditación”. No será hasta el 15-VII-1575 en que el Papa Gregorio XIII apruebe su establecimiento como Congregación del Oratorio, presidida por san Felipe Neri y con sede central en Santa María in Vallicela. Fue beatificado el año 1615 y canonizado el 12-III-1622, junto con Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús y Francisco Javier. Cfr. J. Marciano, Vida del glorioso padre y patriarca S. Felipe Neri, fundador de la Congregación del Oratorio en Nápoles, y traducida al castellano por Don M. de B., Madrid, Establecimiento tipográfico de D.N. de Castro Palomino, 1853, Tomo I; C. Barbieri et al., Santa Maria in Vallicella. Chiesa Nuova, Roma 1995, Fratelli Palombi Editori, p. 13; La Espiritualidad del Oratorio y de la Congregación, Capítulo V. Medios de perfección.

[7] José Roda Peña y Manuel Martín Riego, El Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla. Historia y patrimonio artístico, Córdoba 2004, Publicaciones Obra Social y Cultural Caja Sur, p. 8.

[8] Erika González León, “Rasgos de perfección oratoriana. Los santos de la Congregación de San Felipe Neri, p. 235, en: Fernando Quiles García, José Jaime García Bernal, Paolo Broggio, Marcello Fagiolo Dell’Arco eds., A la luz de Roma. Santos y santidad en el barroco iberoamericano. Volumen III. Tierra de santidad, E.R.A. Arte, Creación y Patrimonio Iberoamericanos en Redes /Universidad Pablo de Olavide – Roma Tre-Press, Sevilla (España) 2020, pp. 217-236.

[9] Mª. Encarnación González,  Los doce obispos mártires del siglo XX en España, Conferencia Episcopal Española. Oficina para las Causas de los Santos, Editorial EDICE, Madrid 2012, p. 58: “Fundó y dirigió con acierto las publicaciones Butlletí Catequístic y Tota Pulchra, revista mariana portavoz de la Federación de Congregaciones de la comarca de Vic. Es autor de algunas obras literarias, como Record Bibliogràfic del M. Rnd. P. Pere Bach Tarragona, Restaurador de la Casa Oratori de Sant Felip Neri, de Vich. También de la Biografía de la M. Teresa Salts i Vilardebó, fundadora del Institut de FF. Felip-Neries y del devocionario Setmana Eucarística, muy difundido en Cataluña, que contó con varias ediciones”.

[10] N. Tibau Durán, Apuntes biográficos de Mons. Salvio Huix Miralpeix, 2013 (1948) p. 126.

[11] Boletín Eclesiástico Oficial de la diócesis de Lérida, 22-I-1936 (BEOLérida).

[12] BEOLérida, 22-VI-1936, p. 146.

[13] BEOLérida, 22-VI-1936, pp. 147-150.

[14] J. Quibus, Misioneros mártires. Hijos del Corazón de María de la provincia de Cataluña sacrificados en la persecución marxista, Barcelona 1949, 2ª. ed., p. 379.

[15] Juan Bassegoda Nonell, La Arquitectura profanada. La destrucción sistemática del patrimonio arquitectónico religioso catalán (1936-1939), Editorial Mare Nostrum, Barcelona 1990, p. 111.

[16]Antonio Montero Moreno, Historia de la Persecución religiosa en España, 1936-1939, BAC, Madrid 1961, pp. 242, 371, 780; Ramiro Viola González, El martirio de una Iglesia. Lérida 1936-1939, Lérida 1981, 282; La Iglesia de Lleida a sus mártires. 1936-2006, Obispado de Lérida, Lérida 2006, 18-9; Martín Ibarra Benlloch, Diccionario de la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1936). Tomo II. Las nuevas parroquias. Arciprestazgos y biografías, Asociación AMABAM, Barbastro 2016, p. 943.

[17]AHN, leg. 1464, exp. 13, i. 3. Estado número 1. R. Viola, 1981, 81: “Uno de los nuestros, como los demás, se vio obligado a exhibirlas (las manos) y a contestar a la pregunta de cuál era su oficio. Sus manos eran de labrador, desde luego, y aseguró que tal era su oficio. Fue rechazado de la “saca” inminente, lo cual quiso pagar con una ligera sonrisa, que le permitió dejar entrever un diente de oro. “Dientes de oro y labrador!” –aullaron aquellas fieras- “no puede ser! Aquí”, agregaron, al mismo tiempo que le señalaban engrosase el grupo de víctimas inmediatas para inmolar, por Dios y por España. Antonio Boadella Puigcercós era el sonriente que, por un gesto, mitad satisfacción, mitad aversión hacia aquellos malvados, fue ejecutado… Su oficio era verdaderamente el de labrador, estaba avecindado en Benavent de Lérida y se hallaba encarcelado por haber escondido en su casa un sacerdote”, La Mañana, 2-IV-1939.

[18] J. Quibus, 1949, p. 379.

[19] BEOLérida, 3 (1938). Cfr. N. Tibau Durán, 2013; Ramón Rucabado Comerma, La Custodia de fuego, Editorial Balmes, Barcelona 1940, pp. 162-3; Mª. E. González Rodríguez, 2012, pp. 56-64; J. Fernández Alonso, “Huix Miralpeix, Salvio”, Bibliotheca Sanctorum. Prima Appendice, p. 662.

[20] N. Tibau, 2013, p. 127. Del Boletín Eclesiástico Oficial de Ibiza.

[21] BEOLérida, 25-III-1936, 78.

[22] BEOLérida, 25-III-1936, 81.

[23] BEOLérida, 25-III-1936, 82.

[24] BEOLérida, 25-III-1936, 87.

[25] El Papa Pío XI publicó el 8-V-1928 la carta encíclica Miserentissimus Redemptor, sobre la expiación que todos deben al Sagrado Corazón de Jesús. Recuerda la necesidad de la expiación, sobre todo por parte de los sacerdotes. «Necesario es no olvidar nunca que toda la fuerza de la expiación pende únicamente del cruento sacrificio de Cristo, que por modo incruento se renueva sin interrupción en nuestros altares; pues, ciertamente, “una y la misma es la Hostia, el mismo es el que ahora se ofrece mediante el ministerio de los sacerdotes que el que antes se ofreció en la cruz; sólo es diverso el modo de ofrecerse”[25]; por lo cual debe unirse con este augustísimo sacrificio eucarístico la inmolación de los ministros y de los otros fieles para que también se ofrezcan como “hostias vivas, santas, agradables a Dios” (Rom 12, 1). Así, no duda afirmar San Cipriano “que el sacrificio del Señor no se celebra con la santificación debida si no corresponde a la pasión nuestra oblación y sacrificio”» https://www.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19280508_miserentissimus-redemptor.html

[26] BEOLérida, 26-V-1936.

[27] José María Álvarez Pallás, Lérida bajo la horda roja, Lleida 1941, p. 43: “Al apearse el señor Obispo, hijo de Vic, con fina ironía y recio temple de alma se dirigió sonriente a uno de sus compañeros diciéndole: ja som a Sants, frase popular catalana que indica final de viaje; y rodeados inmediatamente por los asaltantes, a empellones les hicieron colocar en un grupo y poco después cruzaban la puerta del cementerio”. Cfr. Jorge López Teulón, https://www.religionenlibertad.com/blog/36109004/El-Beato-Salvio-en-La-Hormiga-de-Oro.html#; "Ja som a Sants!", por Jorge López Teulón, de 30-VI-2011 en  https://www.religionenlibertad.com/blog/16293/Ja-som-sants.html

[28]N. Tibau. 1948, pp. 99-109; J. Quibus, 1949, p. 380; G. Meliani, 1938, 82; Joaquín Arrarás Iribarren, Historia de la Cruzada Española. Años precursores. Volumen II, Datafilm, Madrid 1984 (1942) t. V, p. 97; A. Montero, 1961, 369-372; F. Viadiu, 1979, 16-20; Fernando Gómez Catón, La Iglesia de los mártires (primera parte). Cataluña, prisionera 1936-1939, Editorial Mare Nostrum, Barcelona 1989, 127; Albert Manent i Segimon-Josep Raventós i Giralt, L’Esglesia clandestina a Catalunya durant la Guerra Civil (1936-1939). (Els intents de restablir el culte públic), Publicaciones de l’Abadia de Montserrat, Barcelona 1984, p. 48; Jorge López Teulón, El mártir de cada día. Tomo 2: Julio-Diciembre, Edibesa, Madrid 2012, p. 174.

[29] Mª. Encarnación González,  2012, p. 58.

[30] Dos días antes del Alzamiento y la Revolución, monseñor Irurita visitó el monasterio de Benedictinas de la calle de Anglí de Barcelona y dijo a las religiosas: “Madre, las vengo a invitar al martirio. Seamos generosos con Dios si pide de nosotros la vida”, Peregrin-Luis Llorens Raga, El obispo mártir. Perfil biográfico de monseñor Manuel Irurita y Almándoz apóstol del Corazón Eucarístico de Cristo, Valencia 1972, pp. 291-292. Citemos ahora algo de lo escrito por el beato don José María Peris, operario diocesano del Corazón de Jesús, rector del seminario de Barcelona desde el año 1933. En carta de 19 de febrero de 1936 escribe: “Los curas de los pueblos están muy amenazados, y acaso más que todos, el señor obispo, contra el cual dirigió la puntería la prensa izquierdista en los últimos días. Me ha dicho él que estaban ya señalados y armados los que debían asesinarle la noche del lunes…, y, a pesar de todo, está tan tranquilo respirando paz y ansias de ser mártir” (J.J. Echave-Sustaeta del Villar, Mons. Manuel Irurita, obispo mártir por querer que Cristo reinara en su diócesis. Causa de su muerte martirial y pruebas científicas que lo acreditan, Hispania Martyr siglo XX, Barcelona 2023, pp. 64-65).

[31] Ramiro Viola, 1981, p. 246. Enrique Ezquerra, “El martirio de don Salvio Huix, obispo de Lleida”, en V Jornadas Martiriales. “Los obispos españoles mártires (1936-1939)”, Barbastro, 27, 28 y 29 de octubre de 2017: “Cuando los de mi generación entramos en el seminario, en el año 47, habían pasado sólo 11 años de su martirio. Os puedo decir que toda la vida del seminario la vivimos bajo su recuerdo constante e impresionante de los 270 sacerdotes de Lleida que fueron sacrificados junto con el obispo, en un espacio de tres meses. La cifra se nos quedó bien grabada. Cifra y ejemplo nos acompañó, como una brújula, durante toda la carrera” (Unitat Pastoral El Carme-Sant Joan de Lleida, www.upcarmestjoan.com de 28-X-2017).

[32] J. Quibus, 1949, p. 378.

[33] V. Cárcel Ortí, Mártires del siglo XX en España (2), BAC, Madrid 2013, 115 (1913-1919). Fue beatificado en Tarragona por el cardenal Amato el 13-X-2013.