HACER QUE SE HACE

Si sabes ya lo que tienes que hacer,
y no lo haces,
entonces estás peor que antes.
-Confucio-

          Entristece ver a personas buenas, pero completamente desorientadas. Quieren hacer algo, pero no saben qué. Y como les falta formación para actuar, proyectan una inutilidad y se entusiasman. Hacen como que hacen, pero lo proyectado se hundió sin conseguir nada.

         Son como si un músico de orquesta simulara que toca divinamente un instrumento, cuando en realidad es otro el que interpreta la melodía detrás de las cortinas. Hace como que hace.

         Esa persona, entidad, asociación, institución… que dice tener una fuerza avasalladora, pero que no preocupa a los adversarios de la fe, no es eficaz por mucha actividad que tenga, hace que hace, porque la aversión de los enemigos da la medida del daño que le hacemos.

         Hay muchos modos de hacer que se hace:

La señal más inequívoca de que trabajamos con eficacia es que nos combatan rudamente.

¿Los enemigos de la civilización cristiana atacan sañudamente la enseñanza católica? Señal de que les hace daño.

¿Critican, ridiculizan, vituperan obras o personas creyentes? Señal de que estorban seriamente a sus planes, porque cuando nuestra acción es provechosa y se concreta en una entidad útil a la sociedad, eso es un freno para las disolventes ideas de los sin dios. Y estos no perdonan.

No nos engañemos, amigos: sin sacrificio, trabajo y tenacidad, no hay obras eficientes por mucho que se las vista de relumbrón. Sin arremangarse y jugarse el tipo, si la ocasión lo requiere, por defender nuestros principios, no estaremos construyendo con cimientos sólidos; todo, o casi todo, será fuego fatuo: hacer que se hace.