LOS PASTORCILLOS QUE HABLARON CON LA VIRGEN
Y habla el viejo, y su figura se trueca en abuelo venerable que contara a los nietos la leyenda preferida…
-Vosotros sois extranjeros, y no conocéis el lugar de Cova da Iria, que allá queda azotada por Sierra Daire, en plena Extremadura portuguesa… Allí, donde hoy se alza la capillita de la Virgen de Fátima, rodeada por enormes edificaciones, que son hospital de creyentes enfermos. Basílica que pronto será refugio de devotos y fuente de milagro, cuyas aguas sanan a los que tienen fe; había en el mes de mayo de 1917 un gran bosque donde pacían rebaños de ovejas y cabras de los pueblos cercanos.
A una legua de Cova da Iria existe un pueblo mísero, Aljustrel, que, perdido entre montes, es el último lugarejo de la municipalidad de Leiria, y de allí salieron los que han sabido despertar el fuego dormido de la fe de los corazones portugueses. A diario marchaban un niño y dos niñas a llevar los pequeños rebaños de ovejas a todos los vecinos hasta la Cova da Iria. Se llamaban Lucía de Jesús dos Santos, que tenía trece años, y los hermanos Francisco y Jacinta dos Santos Marto, que apenas contaban ocho y diez años de edad. De sol a sol triscaban como las ovejas por aquellos parajes, y cierto atardecer, ya entre sombra, una fuerte tormenta sobrecogió a los pequeños pastores. Perdida la ruta, desperdigados los rebaños, se guarecieron los tres filinhos junto a un árbol, aterrorizados por los rayos y truenos que surcaban la altura… De improviso, cesaron los ruidos, se paralizó la tormenta, cesó el agua y, en la negrura de la noche, surgió un resplandor luminosísimo sobre el árbol, que, poco a poco, fue tomando la forma de una doncella ataviada con mantos de espuma… Sobre su frente brillaba una corona rutilante de otro que se confundía con las crenchas de sus maravillosos cabellos…
-La Virgen… gritó la niña Lucia
-La Virgen, la Virgen, repitieron Francisco y Jacinta.
Y los tres cayeron de rodillas, hundieron sus frentes en el suelo y rezaron fervorosamente.
-Yo soy la Madre de Dios, musitó, dulcísima…