De la más antigua a la más reciente, podemos apreciar una evolución de mayor a menor atención a la decadencia del "malo". En la que nos ocupa, el descenso del criminal desaparece y, con él, la moraleja moral que implica; la película no sólo no concluye con el protagonista en la cima, sino incluso da pie a pensar que aún le queda recorrido. Y su maldad... casi es el itinerario de una víctima que consigue dar la vuelta a la tortilla. La derrota es la del mafioso al que logra deponer, pero éste no es el protagonista, Malik (Tahar Rahim).
Junto a esto, nos encontramos con una película en la que hay una mezcla, muy bien lograda, de géneros. Se trata de una obra de ambiente carcelario, de mafia y también con un toque de cine de fenómenos paranormales. Sin embargo, esto no le da profundidad, aunque sí interés. En nuestro caso, la cinta no profundiza en la psicología de los personajes; lo que no quiere decir que sean planos, pero están vistos, ante todo, desde fuera. Es significativa la contestación que le da el capo corso (N. Arestrup) al profeta Malik: cómo se sienta no le interesa.
¿Y por qué el profeta? Malik tiene premoniciones, pero esto no es lo decisivo. Él anticipa acontecimientos y, con su inteligencia, se anticipa a los demás, pero ante todo anticipa un modelo humano, anuncia con su vida un futuro posible. ¿Es la película una premonición de Europa o solamente de algunos aspectos de ella: secularización de los musulmanes o parte de ellos, futuro de violencia social sin paracaídas moral, relevo en el poder? Bueno, si no la habéis visto, aquí os dejo la pregunta para que se la hagáis a la peli, si es que vais a verla.