"Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré."
Queridos hermanos:
Hemos comenzado la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, donde el Señor nos invita a montarnos en esta barca que es la Iglesia, con los remos de la oración, el ayuno y la limosna, para ir navegando hacia la Pascua. La primera Palabra que nos da la Iglesia es del libro de Deuteronomio donde Dios nos ofrece el primer credo del pueblo de Israel: mi padre fue un arameo errante que bajó a Egipto y allí y se estableció. Los egipcios nos maltrataron nos oprimieron y nos impusieron la dura esclavitud, eso es lo que estamos viviendo hoy día en el mundo y en nuestro querido Perú: la opresión que nos trae la angustia de nuestros trabajos, de nuestra incomunicación, de la guerra; no es cristiana, es el mundo del demonio que quiere imponerse con la prepotencia, con la violencia; sin embargo, el Señor nos saca de Egipto, con mano fuerte y brazo extendido y nos introduce en la tierra prometida. Esto es todo el camino cuaresmal donde el Señor nos va a dar leche y miel, símbolo de la Pascua.
Por eso respondemos con el Salmo 90: acompáñame en la tribulación. Todos estamos sufriendo, nos parece injusto esta guerra, pero esta guerra la tenemos dentro de nuestros hogares también. Luchemos contra el hombre viejo, que es lo que pretende estos 40 días de cuaresma: luchar contra el hombre viejo que nos lleva la muerte refugiándonos, como dice el salmo 90, en el único alcázar, en el único que nos podemos fiar, que es Dios, y el nos llevará sobre sus palmas para que nos tropecemos en ninguna piedra, porque todo aquel que invoca el nombre del Señor, Él lo escucha. El Señor está en la tribulación.
La segunda Palabra que es de San Pablo a los Romanos continúa diciéndonos lo mismo: la Palabra está cerca de ti, la tienes en tus labios y en tu corazón. Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón lo cree, cree que Jesús resucitó, te salvarás, experimentarás el perdón de los pecados. Nadie que cree en Él, quedará defraudado.
Por eso respondemos en el versículo antes del Evangelio: “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”,
El Evangelio de San Lucas nos muestra a Jesús que es llevado por el Espíritu Santo al desierto. Durante 40 días es tentado por el demonio, como nosotros estamos siendo tentados por el demonio continuamente. La primera tentación es esta: “si eres hijo de Dios, di que estás piedras se conviertan en pan”. Es la primera tentación que tiene el pueblo de Israel en el desierto: convertir las piedras en pan, es decir, poner nuestra seguridad en el pan del dinero; por eso responde Jesús: “no solo de pan vive el hombre”. Hoy estamos constatando que creemos que vivimos de pan, de seguridades, de instalación, de burguesía; y el fruto de este engaño ha sido la soledad, la muerte, el sin sentido. La segunda tentación dice que el demonio le muestra a Jesucristo todos los reinos del mundo, y le dice: te daré el poder y la gloria, todo será tuyo si tú te arrodillas delante de mí. Jesús contestó: al Señor tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto. El demonio nos tienta a todos con el afán del poder, como lo vemos en esta guerra que ha comenzado. ¿Qué contesta Jesús? Le contesta: al Señor tu Dios adorarás y solo a Él darás culto. Hermanos, también en las familias tenemos esta lucha por el poder, pidámosle al Señor la humildad, el resto es vanidad de vanidades. Y dice que, por último, el demonio llevó a Jesús al alero del templo y le dijo: si eres hijo de Dios tírate aquí abajo, porque está escrito: encargarás a tus ángeles que te cuiden y te sostendrán. El alero del templo es donde está el Sabbat, si tú te tiras del pináculo del templo y haces ese milagro, todo el mundo creerá en ti. Hazte un milagro, desencárnate. Y ¿qué contesta el Señor? No tentarás al Señor tu Dios. Hermanos, estamos continuamente tentando al Señor nuestro Dios, por el afán de poder, de prestigio, de fama, de dinero. Hermanos , sólo la humildad hace que se aleje el demonio, por eso son 40 días de luchar contra nuestro hombre viejo, donde el demonio nos propone una vida sin Dios y en la medida que reconozcamos que nada podemos sin él, experimentaremos su gloria.
Que el Señor nos conceda a todos vivir una buena cuaresma.
Con mi bendición.
+ José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao