El decreto de la sagrada congregación para el culto divino señala como «el rito de la consagración de vírgenes pertenece al rico tesoro de la liturgia romana. Jesucristo dejó como herencia a su Esposa (la Iglesia) la sagrada virginidad como de sus dones más excelsos […] La providente madre Iglesia, ya desde tiempo antiguo–según lo atestiguan los santos Padres—acostumbró a confirmar con una solemne plegaria de consagración el piadoso y difícil voto de las vírgenes […] El Concilio Vaticano II determinó que también el rito de consagración de vírgenes se sometiese a revisión. Obedeciendo a este mandato, la Santa Congregación para el culto divino preparó este rito, que el Sumo Pontífice Pablo VI aprobó con su Autoridad Apostólica y mandó publicarlo». Así, la Iglesia promulgó un nuevo ritual de consagración de vírgenes el 31 de mayo de 1970.
Por este rito, la persona queda consagrada en la Iglesia, para hacer presente en el hoy de la historia, lo que la Iglesia está llamada a ser en la vida futura. Esta consagración por la acción del Espíritu hace de la consagrada un testigo del amor de Cristo por su Iglesia. De esta manera, ella consagra su virginidad como un signo del amor exclusivo a Cristo, que se prolonga a sus hermanos. Con la ayuda de la oración y la caridad puede hacer que su entrega se haga fecunda.
El ministro de la consagración de vírgenes es el Obispo Ordinario del lugar. Y el rito consta de las siguientes partes:
Llamada de las vírgenes
En este momento inicial del ritual, el obispo marcha a la sede para esperar a las vírgenes que van a ser consagradas. Ellas son como las vírgenes prudentes que al inicio de la celebración encienden sus lámparas para recibir al Esposo que las ha llamado. El Obispo canta la aclamación correspondiente y ellas responden implorando la misericordia del Señor.
Homilía para exhortar a la vivencia del don de la virginidad
El obispo habla a las vírgenes que van a ser consagradas, del don tan grande para la Iglesia de la virginidad y para la santidad de la misma.
Escrutinio por el que se pregunta a las vírgenes su deseo de vivir en castidad y recibir la consagración
Al terminar la homilía, el Obispo realza a las que van a ser consagradas la triple pregunta sobre su deseo de vivir en virginidad, de ser testigos del Reino y de ser desposadas con el Señor.
Súplica litúrgica en la que se pide la intercesión de la Virgen María y de los santos
Toda la asamblea pide la intercesión de los santos y de María, para que el Espíritu Santo se haga presente en la vida de las vírgenes que van a recibir la consagración. La oración elevada al cielo por las candidatas que van a ser desposadas como esposas de Cristo, hace presente en ese momento a la Iglesia triunfante que acoge el don de las vírgenes, para que se cumpla en ellas su llamada a vivir en virginidad. Las que van a ser consagradas, ya sean postradas o de rodillas, disponen su vida para la entrega a Dios y al Señor que las ha convocado.
Renovación del propósito de virginidad
Como señala el ritual de consagración, en este momento, si se cree adecuado, las candidatas antes de recibir la consagración hacen propósito firme de vivir en virginidad, para siempre.
Solemne oración consecratoria
La consagración virginal es un don que se recibe y como tal ha de ser acogido.
Esta solemne plegaria de la Iglesia destaca el valor de la virginidad como el estilo de vida que llevó el propio Jesús. Como la oración señala, el don de la continencia hace a las vírgenes semejantes a los ángeles. Y por el don de la virginidad se entregan a Dios de modo pleno.
La solemne oración de consagración señala las dos formas de amar que tiene la persona: el matrimonio y la virginidad consagrada. El matrimonio nos muestra un amor fiel y exclusivo. La virginidad hace visible un amor a todos y para siempre.
En esta plegaria solemne de consagración no solo se nos muestra el don de la virginidad como modo de seguimiento de Cristo, sino que se alude a esas virtudes que hacen que la virgen consagrada lo viva en plenitud: la dulzura, la libertad, la modestia y la afabilidad, para que con ellas pueda glorificar a Dios con su vida. El Señor es el Esposo fiel con el que se desposa. Y en Él lo encuentra todo y solo en Él puede descansar su corazón.
Entrega de las insignias
Después de terminar la oración solemne de consagración por la cual las vírgenes se convierten en esposas de Cristo, se les pasa a entregar las insignias como consagradas.
El velo.
El velo tiene un carácter esponsal. Es un velo de novia que se coloca en su cabeza como signo de su desposorio con Cristo
El anillo
El anillo es signo de la alianza de Dios con su esposa. Es signo del pacto de bodas de Cristo con su Iglesia. El Obispo que es signo de Cristo Esposo introduce la alianza a la virgen consagrada, signo de la Iglesia Esposa.
El libro de la liturgia de las horas
La virgen consagrada recibe el libro de la oración de la Iglesia. Ella es llamada a cantar la alabanza a Dios-Padre por el bien de todos. Se compromete a rezar la oración de la Iglesia para que se haga patente con su vida el estilo propio de quien vive elevando súplicas y alabanzas al mismo Dios. La oración de los salmos la entronca en la misma plegaria que con la que el Señor oró al Padre.
Con este momento se termina el ritual de consagración de vírgenes.
Belén Sotos Rodríguez