En el Evangelio de hoy la frase principal es en la que Cristo nos señala el camino. Podemos decir que es un nuevo mandamiento, ya que nos señala el camino a seguir de forma muy clara. Concretamente nos dice:
“Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”
Cristo estará con nosotros hasta el fin del mundo si cumplimos lo que Él nos ha mandado. ¿Qué nos ha mandado?: Evangelizar, bautizar y enseñar a cumplir la Voluntad de Dios. Como laicos, podemos evangelizar y mostrar que es posible vivir cumpliendo lo indicado por Cristo.
En primer lugar enseñan a todas las gentes y después de instruirlas las bautizan con agua. No puede suceder que el cuerpo sea quien reciba el sacramento del bautismo, a no ser que el alma reciba antes la verdad de la fe. Por esto dice: "Bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Porque siendo una misma la divinidad de las Personas, debía ser una misma la gracia que concediesen. La palabra Trinidad significa un solo Dios.… (San Jerónimo, tomado de la Catena Aurea San Mateo, 28:16-20)
Seguramente todos nos hayamos preguntado alguna vez ¿Quiénes somos nosotros para evangelizar? Nos lo preguntamos porque creemos que hace falta algún tipo de potestad para señalar a Cristo y decir que Él nos ha dado sentido a todos y a todo. No hacen falta capacidades especiales para transmitir la Fe que nos da la vida. La Fe que nos transforma, siempre que le dejemos actuar. No es necesario ir por las calles entregando papeles o tener canales de Youtube o Twitter. Tampoco hace falta ser un orador de primera división. Para evangelizar sólo nos hace falta la humilde conversión a la Voluntad de Dios.
La Gracia de Dios llega con plenitud a partir del bautismo. Por eso se bautiza en nombre de la Santísima Trinidad. El bautismo nos marca como pertenecientes al rebaño de Cristo y establece un relación directa entre cada uno de nosotros y Cristo. Cada cual, según sus carismas, dones y frutos que el Espíritu le entrega, podrá hablar a los demás de Cristo.
El problema es que normalmente el bautismo no tiene una verdadera continuidad en la vida de cada uno de nosotros. Si rechazamos la fuerza del Espíritu, poco podremos hacer por proclamar que Cristo resucitado es la Clave de Bóveda que sostiene nuestra vida. Lo proclamamos cada domingo en el Credo y en cada momento de nuestra vida.
Benedicto XVI lo señaló en la audiencia general del 26 de marzo del 2008: “Cada domingo, en el Credo, renovamos nuestra profesión de fe en la resurrección de Cristo, acontecimiento sorprendente que constituye la clave de bóveda del cristianismo. En la Iglesia todo se comprende a partir de este gran misterio, que ha cambiado el curso de la historia y se hace actual en cada celebración eucarística”
En estos momentos en que la Eucaristía se ha convertido en algo excepcional, conviene esforzarnos en profesar el Símbolo de la Fe (Credo) conscientemente. Señalar en nosotros Fe en hemos recibido para sabernos unidos a Cristo y al resto de la Iglesia que sobrevive actualmente. Después vendrá la evangelización, ya que se trata de vivir la Fe en cada momento de nuestra vida.