¿Las pantallas influyen en los resultados PISA?
No estoy estableciendo una relación causa-efecto ni mucho menos entre la digitalización de las escuelas y el fracaso de España en los resultados PISA. Y además no es fácilmente demostrable, pero sí estamos obligados, a partir de estos datos, a reflexionar sobre la presencia de los móviles (y tabletas y consolas) en la vida de niños y adolescentes, y, también, sobre la presencia de las pantallas en las escuelas. Y la razón es que podría existir una correlación, o por lo menos, un paralelismo entre el crecimiento de pantallas y decrecimiento de la atención en nuestro Sistema Educativo y en nuestras casas en los últimos lustros. Y si eso es así, hay que seguir estudiando, pero, en paralelo, hay que tomar decisiones sabias y preventivas.
Resultados PIRLS
Los resultados PIRLS 2021, publicados el 16 de mayo de 2023, ya nos hablaron de la caída de la comprensión lectora. El Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS, Progress in International Reading Literacy Study en inglés), es un estudio de la IEA que evalúa la calidad de la lectura, en distintos parámetros, de los alumnos en 4º de Primaria de la OCDE / UE. Allí se comprobó que “los alumnos de 9 años españoles bajan siete puntos en comprensión lectora, según el informe PIRLS 2021”. PIRLS viene a ser, con todos los matices, el equivalente al informe PISA pero para Primaria.
Resultados PISA
Ahora mismo, finales del 2023 (5 de diciembre), los resultados PISA señalan una caída en matemáticas y de nuevo en comprensión lectora. Los alumnos españoles del último curso de la ESO (15 años) han bajado 8 puntos en matemáticas respecto a la edición anterior, de 2018 ―en la que ya cayeron mucho―, hasta quedarse actualmente en 473. Han retrocedido tres en comprensión lectora, hasta los 474. Y han subido dos puntos en ciencias, hasta los 485.
Alumnos más blandos
Los profesores en primaria y secundaria señalan que la concentración de los alumnos cae año tras año en proporción a la edad: les cuesta mucho leer debido a la distracción y a la desconexión ante las tareas. Dada esta atención superficial les resulta difícil retener contenidos. Después de tantos años aún les cuesta redactar con criterio y les resulta difícil expresar ideas. Tienen dificultades para entender los enunciados de las preguntas oralmente y en los ejercicios escritos. El profesor debe bajar el nivel de su lenguaje para ser entendido. Y, en consecuencia, se acaba disminuyendo el nivel de exigencia para que los alumnos superen los cursos como, implicitamente, propone la LOMLOE. Tras estas dificultades, los maestros y profesores señalan que sus estudiantes presentan una bajísima tolerancia a la frustración. Además, andan apoyados por unos padres que no valoran el conocimiento sino el bienestar "emocional" de sus hijos. Y, en este clima, estudiar en casa o realizar los deberes es una quimera.
Estos estudiantes, si no se fijan ni se concentran, ni clavan los codos como se decía hace años con toda naturalidad, no verán avanzar su aprendizaje. ¿Podríamos aventurar que les cuesta concentrarse?
Educar para la excelencia
En este clima educar para la excelencia se ha convertido en un mito. Maestros y alumnos van a la escuela a sobrevivir. No es una situación que se viva solo en España. El último informe PISA ha supuesto una debacle en muchos países, pero ese no puede ser un consuelo para España. La comprensión lectora es un buen índice de la caída. En matemáticas sucede tres cuartos de los mismo. Si la finura del lenguaje -herramienta básica del aprendizaje- decrece, si mengua la atención, si falla la memoria de trabajo consecuentemente los conceptos numéricos y las operaciones se tambalean.
Insistimos: este es el peor resultado de PISA para España desde que se iniciaron estas evaluaciones internacionales en 2000. En el caso de la UE se producen bajadas medias de 20 (matemáticas), 14 (comprensión lectora) y 6 puntos (ciencias). Estos datos europeos también abonan nuestra reflexión. ¿Quién se cuida de promover la atención?
Las promesas de las pantallas y la nueva pedagogía en el aula
Hace unos 15 años nadie discutía que las pantallas “habían llegado a la escuela para quedarse” y que era esta una forma de sumergir a niños y adolescentes en el inevitable proceso de digitalización global. Todo ejercicio escolar estaba mediado por pantallas porque se vivía una euforia -ignorante hemos visto después- ante cualquier innovación digital. Y se puso pronto de moda la competencia digital antes de profundizar seriamente sobre la competencia lectora, y la competencia en escritura, y la competencia oratoria (en expresión oral). La gamificación se apoderó de la escuela, el aprendizaje basado en proyectos (PBP) eran la yincana ideal para que los alumnos sin conocimientos construyeran sus propios “conocimientos”. Así se fragmentó un currículum estructurado con asignaturas distinguibles y se entró en el aprendizaje transversal donde todo valía con tal de adquirir competencias. Se empezó con la LOGSE y se continua, por este camino, hoy con la LOMLOE .
“Aprender no debe ser costoso debe ser divertido”
Esta frase fue un mantra corrosivo para el aprendizaje. ¿Jugar? Eso sí: jugar jugaban todos muy bien. Había que agitar la escuela y animarla en el peor sentido de la palabra: mucho ruido y pocas nueces. Los alumnos se desanimaban en las tareas más exigentes pues las pantallas siempre eran más atractivas que el esforzado trabajo de leer, escribir y escuchar atentamente. Las pantallas marcaban el ritmo con un alumno soberano pedagógicamente que podía ir más allá del famoso maestro facilitador según los pedagogistas para fijar los temas según sus intereses para seguir al viejo adagio de Rousseau de respetar la naturaleza innata del niño. Y los niños quieren jugar para siempre. Y, en esta línea, persistentemente los más perjudicados eran los niños y adolescentes de las escuelas de alta complejidad (pensadas para los niños más desfavorecidos) que son carne de cañón y que suelen ser los que mayormente protagonizan el abandono escolar. Los hijos de los padres más cultos (y a menudo con más saneadas economías y altos estudios) salían adelante.
¿No estamos ante una buena ocasión?
Al inicio se ha insistido que no existe una incuestionable relación causa-efecto entre pantallas y los progresivos fracasos de PIRLS y PISA. Aunque sí me atrevería a decir, con prudencia, que las pantallas han incidido en la atención, en la comprensión, en la determinación del trabajo, en la focalización en las tareas. Pero tampoco podría demostrarlo desde un concluyente un metaanálisis para Europa occidental que está por hacer (reunir decenas de investigaciones que apunten en la misma dirección). Sin embargo, después de la prohibición de los móviles en las escuelas en diferentes países (Francia desde septiembre de 2018); después de las denuncias en Seattle (Estados Unidos) a las Big Tech (Microsoft, Appel, Google, Meta, Amazon, Netflix, etc.); después del espíritu de la comunidad de Greystone (Irlanda) que une un pueblo en la liberación de las pantallas; después de la iniciativa de muchas familias, como Adolescentes libres de móviles, nacida en Barcelona y que se ha extendido por toda España habría que empezar a pensar. Pensar con cuidado, pero con valentía. Criticar con conocimiento de causa pedagogías muy digitales y recuperar, poco a poco, prácticas escolares abandonadas sin ningún motivo hace pocos años. Por lo menos preventivamente. Y fijarnos más en Valladolid y Soria que en Finlandia como propone Gregorio Luri.
Publicaciones sobre el tema de la digitalización
Empecemos por las buenas. Una viene de Francia y es de Michel Desmurget, La fábrica de cretinos digitales (2020) y otra nace en España y es de Francisco Villar, Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos (2023). Los títulos los encuentro demasiado comerciales, no hacen justicia a los contenidos que no son nada sensacionalistas y muy científicamente documentados y argumentados. Estos dos libros dan para mucho. Sigo pensando que falta un gran metaanálisis sobre la relación entre atención y los fracasos de PISA para Europa occidental.
Otro estudio no tan satisfactorio pero interesante es Technology in education. A tool on whose terms? (Tecnología en la educación: ¿Una herramienta en los términos de quién?) publicado por UNESCO en París en este 2023. Quiere salvar la utilidad educativa de las pantallas en contextos muy específicos y en países poco desarrollados, pero no puede dejar de confirmar que las tecnologías pueden ser disruptivas (interrumpen la atención) en el aula, y que, en general, las pantallas pueden mermar la concentración.
Decisiones políticas y la civilización sin atención
Desde el gobierno central parece que se ha decidido la prohibición de móviles en infantil y primaria, ¿es suficiente? ¡Secundaria es el lugar donde más proliferan los móviles! ¿No es contradictorio dejar a los adolescentes al albur de los móviles en la escuela a estas edades?
Quizá algunas administraciones piensan en los votos de aquellos padres fascinados por todo lo nuevo y creen que no les votarán si prohíben demasiado los móviles. O quizá las administraciones piensan que los mismos adolescentes, cuando cumplan diez y ocho años, no van a votar a quienes les liberaron de los móviles en su momento. No me gusta la palabra prohibir: pero es el lenguaje internacional. Prefiero hablar de retirar los móviles, de lograr liberarnos de los móviles en la escuela y la vida de los menores. ¿Se podría cambiar de estrategia y hablar más asertivamente? Si hay cuatro autonomías que avanzan hacia la liberación de los móviles en toda la etapa escolar.
Quizá antes de toda esta digitalización no se estaba haciendo tan mal en la escuela. Repasemos qué hemos perdido y qué hemos ganado. Sin espíritu doctrinario ni ideológico, con inteligencia, en beneficio del interés superior del menor como se proclama en el mundo jurídico. Está en juego algo muy serio: los chicos y chicas deben aprender a pensar y eso se logra fijando la atención, escuchando, leyendo, escribiendo, dialogando sobre la base de los conocimientos adquiridos. Como en la Paideia griega. Eso es civilizar y es tarea de todos y tarea fundamental de la escuela. TikTok no civiliza.