Queridas Beatas Ana de Jesús y María Sagrario de San Luis Gonzaga:

El pasado día 5, día de acción de gracias y petición, tuve la dicha de celebrar la eucaristía en vuestra casa, el monasterio de Santa Ana y San José de la calle General Aranaz en Madrid. Hacía tiempo que no pasaba una mañana o una tarde en esa casa tan querida. En este caso es una mañana completa. Lo primero la misa y oración de acción de gracias en silencio antes de pasar al locutorio con mis hermanas, vuestras hijas, las que mantienen viva esta fundación llevada a cabo por ti Ana, y defendida hasta la muerte por ti, María Sagrario.

Celebro la misa con gran gozo al tener tan cerca tu beatificación, querida Ana. Ese 29 de septiembre de 2024 quedará para siempre en el recuerdo. Ha costado mucho llegar hasta este momento, pero al fin se ha hecho realidad. Es la divina providencia la que mueve todo y al abrirnos a ella, todo se entiende mucho mejor. No comprendíamos  por qué la fundadora del carmelo en Madrid, esa casa que era el sueño que no puede cumplir nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, estaba a la espera tanto tiempo.  Hay que saber esperar. Rezar y esperar el momento de Dios. Todo llega a su tiempo, el tiempo divino, no el humano. Porque si vamos a lo mundano nos perdemos. Tenemos que dar muchas gracias a Dios porque una vez más se ha mostrado que el Carmelo Descalzo es escuela de santidad dando igual el momento de la historia que sea. Prueba de ello es que este monasterio madrileño cuenta con algo único. Es muy difícil encontrar algo parecido.

Me explico, vosotras, Beatas Ana y María Sagrario, lo sabéis de sobra, habéis sido prioras de esta casa de Madrid que tanto ha sufrido a lo largo de los siglos desde su fundación hasta nuestros días. Lo que quiero agradeceros de corazón es todo lo que nos habéis enseñado con vuestras vidas y obras. ¡Sois auténticas maestras de la vida espiritual y defensoras del legado teresiano! ¡Sois intercesoras singulares que acogéis con interés todas las súplicas que se os presentan! ¡Os debemos mucho los hijos de Santa Teresa que vivimos en el siglo XXI!

¿Qué sería del Carmelo Descalzo si no fuera por la difusión más allá de las fronteras de España cuando tú, querida Ana de Jesús, fundas por Francia y Flandes, y luchas con todas tus fuerzas por mantener sin alteración alguna las Constituciones que había dejado escritas Santa Teresa de Jesús para sus hijas? En Bruselas entregas tu alma a Dios el 4 de marzo de 1621 y allí alcanzas la gracia de ser reconocida como Beata para toda la Iglesia. A todo esto habría que sumar tus andanzas por tierras de Castilla y Andalucía en compañía de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz dando vida a los primeros monasterios del Carmelo Descalzo. Para ti quedan esos encuentros íntimos y frecuentes con los santos padres fundadores que tanto te ayudan a fraguar en tu corazón el carisma que empieza a cuajar en la España del siglo XVI. Es tan larga la historia Ana… Todo es para gloria de Dios. Es algo muy especial para aquellos que hemos venido después y hemos descubierto nuestra vocación al Carmelo Descalzo porque ha habido quien lo ha defendido con alma, vida y corazón…

Y en esta defensa tengo que darte también las gracias a ti, querida María Sagrario de San Luis Gonzaga. ¡Eres mártir de Cristo! ¡Defiendes la casa fundada por Ana de Jesús con todo tu ser! ¡Cuántos tesoros manuscritos importantísimos para el Carmelo Descalzo pones a salvo de las llamas en aquel cruento agosto de 1936…! ¡Eres fiel hasta el final! ¡Hasta el martirio! ¡Y no te falla nuestra Madre Santísima! ¡Vuelas al cielo la madrugada del día de la Asunción de 1936! ¿Y cómo se quedan todos cuando se enteran que antes de tomar el hábito carmelitano eres una de las primeras mujeres que consigue el título universitario en farmacia y llegas a ser la primera mujer que regenta una farmacia en Madrid? Lo llevabas en la sangre, por tradición familiar, y esa profesión la continúa tu hermano Ricardo. Eso mismo haces siendo priora en tu monasterio, recibir la herencia de Ana de Jesús y entregarla a las que vienen después…  Mueres y quedas para siempre como priora de la casa. No terminas tu mandato como priora de la casa, por eso quedas como priora perpetua.

Es algo tan grande y emotivo recorrer vuestras vidas, queridas María Sagrario y Ana de Jesús… Se aprende tanto… Se recibe tanto…  Y lo más importante es que desde el mes pasado puedo rezar de otro modo. Fijo la mirada a la izquierda del altar y allí se halla tu sepulcro, querida María Sagrario. ¡Cuántas veces he rezado de rodillas ante tus restos…! ¡Y ahora puedo orar también a la fundadora de la casa cuando miro a la derecha y contemplo el cuadro de la primera priora de este monasterio, la Beata Ana de Jesús! ¡Todo es gracia! ¡Es el Carmelo Descalzo! ¡La herencia teresiana! ¡El amor y fidelidad a un ideal: el carisma teresiano!

¡Gracias Beata Ana de Jesús! ¡Gracias Beata María Sagrario! ¡Qué grande es el Carmelo Descalzo! ¡Cuánto se aprende cuando uno se deja llevar por aquellos que lo dan todo por Cristo! ¡Seguid dando vida a la obra iniciada por nuestra santa Madre Teresa de Jesús! ¡Muchas gracias por vuestra fidelidad a la herencia recibida!  Es tiempo de dar muchas gracias a Dios por haber puesto en mi vida una comunidad de hermanas carmelitas descalzas con las que tanto comparto y que unidos, como hermanos de hábito, damos gracias juntos por tener la dicha de poder invocar en una misma casa a dos monjas que han marcado a fuego una comunidad, y que han sido reconocidas como Beatas. Además podemos darles culto público; y lo más curioso de todo es que las dos han sido prioras  y no unas prioras cualesquiera, sino la primera y la perpetua.