No entiendo a los obispos españoles. A casi ninguno. Salvo a Reig Pla y a Gea, que son los únicos (de momento) que han tenido redaños para decir lo que muchísimos católicos piensan, sobre la posición del rey en el tema del aborto. El silencio episcopal me ha desconcertado y entristecido. Porque quiero, obedezco y respeto a mis obispos y a muchos les tengo un grandísimo cariño personal.

Si el resto de los obispos no han dicho lo que, con el Magisterio en una mano y el sentido común en la otra, ha dicho Reig Pla, es porque, me temo, se han rilado ante un fantasma. Y si siempre es malo el silencio de los corderos, peor es el silencio de los pastores.

La Iglesia tiene el deber moral, más aún, la misión sagrada de anunciar a Cristo resucitado. Y, por tanto, de denunciar lo que atenta contra Dios y contra el hombre. Eso es lo que la Iglesia en España hace por activa y por pasiva. Y por eso no entiendo, no puedo entender, que a la correcta, lógica y necesaria precisión del caso único que supone para el rey estampar su firma, no se haya añadido un "pero el rey, además de rey y antes que rey, es persona e hijo de Dios. Y como es ambas cosas, pesa sobre su conciencia la ley que convierte en derecho matar niños inocentes".

¿No entraron al trapo de lo del rey para no desviar la atención de lo fundamental? Podría ser. ¿Temían los obispos cargar las tintas contra el rey y poner en riesgo la estabilidad de la monarquía parlamentaria? Puede. ¿Ha pensando el episcopado que mantener la unidad de España ante una hipotética República laicista bien merecía este silencio? Quizá. Pero defender la vida de un niño que va a nacer vale mucho más que asustarse ante el fantasma de la ruptura de la unidad de España. De hecho, vale muchísimo más que la propia unidad de España. Porque la Iglesia ejercerá igual su misión en una monarquía parlamentaria, en una república laicista o en una tiranía feroz. Así lleva haciéndolo a lo largo de la Historia. Porque se enraiza en Cristo, no en el poder temporal.

¿O es que creen que si mañana Zapatero o su sucesor proclama la III República, va a dar marcha atrás porque un obispo le llame para reconvenirle? ¡Si eso ya lo tienen en la hoja de ruta, y no se lo vamos a impedir con silencios pacatos!

Si queremos presentar batalla en la lucha cultural que quiere impregnar de confesionalismo laicista y de ateísmo militante nuestra sociedad, o lo hacemos con vigor, valentía y esgrimiendo la verdad ante Agamenón o ante su porquero, o nos comemos un colín. No hubiera hecho falta decir que el rey quedaba fuera de la comunión al firmar la Ley del aborto, y no tengo ni idea de si quedaba o no quedaba excluido de recibir el Cuerpo de Cristo. Pero, y si así fuese, ¿qué? Y si hubiese que negarle la comunión para que no se tragase su propia condenación, como decía san Pablo, ¿qué? ¡Pues nada! porque la Iglesia tiene que estar con quien tiene que estar, le pese a quien le pese y sin intentar salvar la honra de quien se le da un ardite mantenerla. No habría sido la Iglesia quien se alejase del rey. Ha sido el rey quien, de hecho, se ha alejado de la Iglesia. De Cristo. Y de los no nacidos. 

No entiendo que el rey haya firmado. Pero, sobre todo, no entiendo, de verdad, la actitud de nuestros obispos en este caso, salvo la de Reig. Gracias, don Juan Antonio.

José Antonio Méndez