Año del Señor 2018
11 de noviembre
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
TRANSFORMADOS
Como dice el chiste malo, mis vacaciones están siendo “de spa”: un día s pa’ barrer, otro día s pa’ ordenar... En fin, esa puesta a punto que tanta pereza da, pero que en algún momento hay que hacerla.
En mi planificación, tenía apuntado que “el viernes s pa’ limpiar cristales”. Los cristalitos en cuestión pertenecen a las ventanas del refectorio (comedor). Un total de 16 cristales de casi dos metros de alto. Menos mal que la Priora y Aroa, en un acto de misericordia y compasión, vinieron a ayudarnos... si no, te digo yo que aún estaría bayeta en mano.
Mientras frotábamos los primeros, Aroa comenzó a comentar:
-Tendríamos que ser como los cristales; así de transparentes...
-Y dejando pasar la Luz del Señor para los demás -apunté divertida.
-Y dejando ver el interior -apostilló otra.
-¡Y así de altas! -concluyó feliz Aroa.
-Bueno, yo creo que eso ya es pasarse...
La mañana transcurrió alegremente. Ya por la tarde, en la oración, me vino de pronto a la memoria este diálogo.
Sí, realmente, cualquiera querría que su vida fuese como el cristal: transparente, luminosa... pero, ¿quién es así? “Nosotros”, le dije al Señor, “no somos de cristal, sino de barro, de arena”.
Y, en ese preciso instante, ¡sentí que el Señor me hacía entender! Al fin y al cabo, ¿de dónde sale el cristal? ¡El cristal es arena!
Puede parecer que nuestra debilidad, nuestra pobreza es un impedimento para seguir a Jesucristo, para mostrar su amor, ¡parece que nos hace “opacos”! Sin embargo, es precisamente en nuestra debilidad donde vemos el amor del Señor con nosotros... es en la debilidad de los demás donde podemos amarles de verdad.
¿Qué hace que la arena se transforme en cristal? ¡¡El fuego!! Y Cristo dijo que había venido “a prender fuego al mundo”... No es cuestión de que dejes de ser barro, sino que sientas el amor incondicional de Jesús en tu pobre arena, ¡y te transformarás en cristal! No es cuestión de dejar de ser arena, ¡sino de acercarse al Fuego!
Hoy el reto del amor es que te unas a Cristo para transformar la realidad. Lo primero de todo, dedica unos minutos al Señor. Déjate mirar por Él: ¡lo que Cristo mira, lo transforma! Y hoy, cuando surja un problema, o algo no salga como estaba previsto, mira al Señor y, con Él, ¡transforma la dificultad en oportunidad! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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