Pavlov en Dubai, por Julián Schvindlerman
De haber vivido en la actualidad, Iván Petróvich Pávlov (quién desarrolló su famosa teoría del reflejo condicionado entre 1890 y 1900) igualmente hubiera podido llevar a cabo su investigación y confirmar su tesis con igual precisión con apenas observar la actitud de los europeos hacia los israelíes durante la primera década del siglo XXI.
Para Europa, la muerte de un palestino presupone la culpabilidad israelí. Tan acostumbrada está a chillar contra Israel por el sufrimiento palestino que no puede siquiera concebir la noción de que algún tercero inflinga daño a su víctima dilecta. Bastó que el jefe de la policía de un país árabe señalara con un “99%” de certeza la participación sionista en el asesinato de un terrorista palestino para que Gran Bretaña, Irlanda, Francia, Alemania (y posteriormente Australia) citaran a embajadores israelíes a dar explicaciones por el uso de pasaportes de sus países en la sucia operación. Dubai -que aún debe dar explicaciones a propósito de la presencia libre en su territorio nacional, en un hotel de lujo, de un terrorista y pieza clave de la importación clandestina de armamento iraní a Gaza - pasó a la ofensiva. INTERPOL -que no emitió circulares rojas contra sospechosos iraníes en el asesinato de 85 personas en sino hasta trece años después del hecho, cuando el fiscal de la causa AMIA presentara el caso ante su Asamblea General- velozmente puso las fotografías de once de los (al momento) veintiséis acusados en su portal oficial dentro de la lista de los más buscados. La mera idea de que otros actores internacionales pudieran tener un interés en la eliminación de Mahmoud Mabhouh -Fatah, Egipto, Estados Unidos- o que su muerte pudiera haber sido el resultado de las cruentas internas del mundillo del terror, parece no haber cruzado las mentes de los distinguidos diplomáticos europeos, quienes quedaron un poco en ridículo ante la aseveración posterior del mismo jefe de la policía dubaití de que al menos dos de los presuntos asesinos partieron de Dubai rumbo a Irán; un destino-refugio harto improbable para un agente del Mossad involucrado en la eliminación de un enlace iraní.
Quienquiera haya sido el ejecutor de esta operación, indudablemente le ha hecho un bien a la humanidad. El mundo es ahora un poco más seguro dado que hay un terrorista menos complotando muerte sobre la faz de la tierra. Desde el punto de vista de la logística, la operación fue un éxito: agentes foráneos encubiertos ingresaron a un país sin ser detectados, eliminaron al objetivo, no provocaron bajas colaterales, no sufrieron bajas propias y se fugaron sin que ninguno de ellos fuese arrestado. Misión cumplida. A posteriori, un abochornado Dubai puso el grito en el cielo y provocó un escándalo diplomático internacional al acusar precipitadamente a Jerusalem y revelar supuestas imágenes del grupo comando que fueron tomadas por cámaras que hoy en día se encuentran colocadas en hoteles, casinos y shopping centers de categoría en cualquier parte del mundo. Ciertamente hay precedentes del tipo en la lucha antiterrorista israelí: Yihye Ayash, Ahmed Yassin, Abdel Azíz Rantisi y el fallido intento contra Jaled Mashal son los casos más salientes de participación israelí en este tipo de operaciones contra el Hamas. Pero el precedente no crea, ni demuestra, culpabilidad.
De todos modos, aún si Israel fuese el responsable ¿exactamente cual es el motivo de la indignación? ¿Qué mató a un combatiente enemigo en tierras distantes? Bueno, hizo precisamente eso para la misma época en Afganistán, provocando la muerte a docenas de talibanes de un saque e incluso ocasionando la muerte a decenas de civiles en las inmediaciones. El teatro de operaciones fue distinto, pero el objetivo el mismo: combatir al terrorismo islámico. Debe admitirse que el derecho a la auto-defensa necesariamente implica la comisión de un daño a terceros, especialmente a terceros decididos a matarlo a uno. Israel históricamente ha debido balancear sus requerimientos de seguridad con las restricciones de la ley y la moral internacional y ha emergido generalmente airosa. No debe olvidarse que la ley internacional define a los terroristas como “enemigos comunes de la humanidad” y postula el principio de que ningún crimen debe quedar sin castigo. Los propios Tribunales de Nüremberg, según ha explicado el profesor Louis Rene Beres, al ser establecidos en 1945 postularon que “lejos de ser injusto castigar [a un ofensor], sería injusto que sus crímenes permanezcan impunes”.
Este principio jurídico y moral fue honrado extrajudicialmente el mes pasado en Dubai.