El Papa actual, fiel a su ministerio petrino, dado por Cristo a Pedro y sucesores, de “confirmar a sus hermanos en la fe” vendrá a Santiago y Barcelona,  el próximo otoño, con la prioritaria misión,  justa, necesaria, y oportuna, para  el bien y futuro del catolicismo español. Su breve y “sencilla” estancia, será el revulsivo preciso y precioso  que los católicos necesitamos como reacción al laicismo imperante. Redescubriremos muy positivamente nuestras raíces cristianas, que su antecesor Juan Pablo II, incansable, nos inculcó en todo su pontificado. Su visita será, sin duda, una singular gracia del cielo.