El confinamiento ha movilizado a los creyentes para tener a mano todos los medios de comunicación a nuestro servicio. Es una bendición. También un peligro de mariposear de un sitio para otro sin profundizar en ninguna parte. Vivir la Semana Santa no puede consistir en almacenar noticias o vídeos, sino en profundizar el mensaje cristiano. “Porque no el mucho saber harta y satisface al alma, mas el sentir y gustar de las cosas internamente”: Santa Teresa nos habla de conocer al Señor por fe, no por experiencia. Este es el momento de gustar cuán bueno es el Señor.
Después del Vía Crucis de la JMJ de Madrid con los pasos de nuestros mejores escultores, el Papa Benedicto llegó llorando a la nunciatura apostólica. Dolor y lágrimas pide Ignacio de Loyola en la meditación del pecado mirando al Crucifijo.
El confinamiento nos concede más tiempo para una Semana Santa más vivida desde el corazón. Me propongo y os propongo dos textos de la Escritura que formen el fondo de estos días: Juan 13, 1. Sin esta entrega amorosa de Jesús hasta el extremo, no entenderemos nada. Hebreos, 12, 1-4. Jesucristo no se arrugó ante las dificultades. En Él tenemos que poner los ojos y el corazón.
Cualquier paso de la Pasión puede centrarnos. Os doy unas pistas que os ayuden en el acercamiento a Jesucristo en este tiempo sagrado.
Primera. Frente a un Crucifijo o con el Crucifijo en nuestras manos hacernos las tres preguntas que se hace Ignacio en la meditación sobre los pecados: ¿Qué hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué voy hacer por Cristo? Y viéndole colgado en la Cruz, discurrir lo que se me ofreciere.
Segunda. Seleccionar algunos pasajes concretos. Los más te muevan. Presento estos cuatro:
A) Oración del Huerto (Lc 22, 39-46). Siempre ha sido una referencia de los creyentes. Jesús oprimido por nuestros pecados hasta sentir asco y vergüenza. Gotas de sangre brotaron de aquella humanidad santa. También la valentía de aceptar la voluntad del Padre. Cuando la vida se nos haga dura… Huerto de los Olivos.
B) Lavar los pies a los discípulos (Jn 13, 1-30). Un creyente de verdad verifica su amor a Jesucristo con el servicio a los hermanos. En tiempo de pandemia y fura del tiempo de pandemia.
C) “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). No podemos vivir esta Semana santa sin perdonar de corazón. La pandemia más grande del mundo es el odio y el rencor. Habita en nuestro corazón, en nuestras familias, en nuestras casas de vecinos, entre naciones. En la atmósfera de los medios nos rodea con ese olor malsano. Perdonar no es cobardía ni injusticia, sino grandeza de alma y buenos modos. Si la justicia civil tiene que actuar, que actúe.
D) “Ahí tienes a tu Madre…” (Jn 19,26-28) Comprender mejor su misión materna. En la vida nueva que se inicia con mi Pasión, Muerte y resurrección tú necesitas Madre. Déjate querer. Sé por experiencia de su gran Corazón. Comparte con ella tus penas y alegrías, tus proyectos. “Ahí tienes a tu hijo…” Te indica el camino con su ejemplo. Desea que seas un hijo en plenitud conforme a la imagen del Hijo Jesús (Rm 8, 29). Después de tanto dolor y tanta entrega, no seamos vulgares y corrientuchos.
Caminemos confiados. La Semana Santa comienza con la aclamación del Domingo de Ramos y termina en Resurrección. Entre ambos acontecimientos, suceden cosas dolorosas, pero la esperanza ilumina siempre esta senda.