Año del Señor 2019
18 de noviembre
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
CON LA PUERTA EN LAS NARICES
Desde el 2 de noviembre comenzamos a utilizar la capa negra. Esta, forma parte de nuestro hábito, solo que únicamente nos la ponemos para ir a rezar; por ello, cuando bajamos a la capilla, la cogemos, y, al salir, la volvemos a colgar.
Hasta este año, las capas iban colgadas en el hueco donde actualmente están poniendo el ascensor, así que hemos tenido que poner un armario a la salida de la capilla para poder colgarlas todas ahí.
Parece fácil, y más accesible incluso que antes, pero el armario que hemos puesto está dividido en dos, 8 monjas cuelgan su capa a la izquierda y 7 a la derecha, y lo más divertido es que tiene dos puertas correderas.
A la entrada no hay problema, porque bajamos escalonadamente, pero, a la salida del coro... ¡el aumento de tráfico eleva la probabilidad de accidente! Y es que, claro, somos 15, entonces hay que andar con ojo, ver a las demás que están a mi lado, porque, si no, para abrir mi puerta, le puedo estar cerrando a otra hermana la suya en las narices.
Al final me está impresionando verlo cada día, porque me doy cuenta de que, cuando miro por mí primero o cuando voy a lo mío, dejo de ver a los demás. El amor propio me hace dejar de amar, y aquí se ve claro cómo, cuando dejo de amar, perjudico en algo a los que están a mi alrededor. Sin embargo, cuando opto por amar, cuando quiero ver a los demás, sucede al contrario: ¡siempre nos beneficiamos todos!
Lo que el Señor me viene enseñando es que no resulta indiferente ninguna de las dos cosas, ya que, cuando dejo de amar, no solo salgo perdiendo yo, sino que, de alguna manera, afecta a todos; y al revés, cuando luchamos por vivir desde el amor, el amor es difusivo y genera un clima de alegría, de Vida.
Cristo ha muerto por nosotros, nos ha salvado y liberado de tener que estar pendientes solo de nosotros, de nuestras cosas. Si Le dejamos, nos hace experimentar hasta qué punto se ocupa de todo lo nuestro y, sentir ese Amor tan grande por nosotros, es lo que nos empuja a no hacernos mucho caso, liberándonos para poder amar y buscar primero el bien de los demás.
Hoy el reto del amor es optar por vivir el día desde el amor. Ese amor que se anticipa a las necesidades de los demás, que sabe disfrutar con los dones del otro, que se alegra con el feliz y acompaña al que llora... Que hoy a tu alrededor nadie se quede igual que estaba, ¡el Amor marcará la diferencia!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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