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Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
¿Inquieto? Rezar juntos.
Empieza el tiempo de Adviento. Y lo iniciamos cayendo en la cuenta de que, no sólo lo "malo" puede embotar mi corazón, como las borracheras y las juergas, sino también lo aparentemente bueno, como son las inquietudes de la vida. Puede parecernos que estamos cumpliendo con nuestras obligaciones y sin embargo estar ofuscados por tantas inquietudes que nos trae el día a día. ¿Llevo demasiadas cosas encima? ¡Cuidado! Es el momento de dedicar más tiempo a la oración juntos para no perder la referencia de lo que me mantiene despierta el alma.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Laura: Cariño, últimamente me da la impresión de que no sacas tiempo suficiente para la oración y para estar conmigo.
Jaime: Tienes razón. Hay muchos temas pendientes y eso me tiene inquieto. Necesito ayuda para volver a estar en el Corazón de María.
Laura: Me encanta que lo veas tan claro. Es fundamental saber verlo para poner remedio.
Jaime: Sí. Gracias a Dios, ya he aprendido de otras veces. Y es que el día a día me va absorbiendo y se va apoderando de mi mente y de mi corazón. Y yo debo amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con todo mi ser, amándote a ti. Por eso te pido auxilio.
Laura: Recemos juntos ante el Santísimo este finde y verás cómo Él ordena tu corazón y tu mente. ¿Te parece? Y luego nos vamos a cenar juntitos y enamorados para celebrarlo.
Jaime: Gracias esposa. Me encanta el plan. Y me encantas tú.
Madre,
Si yo tengo demasiadas cosas, no me quiero imaginar las que tendrá Dios, y sin embargo se dedica a hacerse Niño para pasar una vida con nosotros, lleno de paciencia y caridad. En renunciar a todo por estar con nosotros también nos demuestra lo importantes que somos para Él. Alabado sea por siempre.