Me gustaría compartir con vosotros mi experiencia con el curso de practitioner de Creighton. Ha sido súper bonita y llena de Providencia. Desde el comienzo, cuando ya entendí que quería hacerlo hasta el momento en el que me llegó la nota del examen final, en todo momento he visto la mano del Señor, ha sido él quien me ha puesto esa ilusión y quien me ha empujado a empezar esto y ha sido también él quien me ha sostenido todo el tiempo… y hasta ahora.
Providencial fue que justo empezara en el momento en el que yo y mi familia lo necesitábamos, y en el momento en el que disponía del dinero pues Guillermo, mi marido se había quedado en paro y le habían indemnizado.
Pero os voy a contar como empezó todo.
Fuimos a una excursión que organizó la Pastoral Familiar de nuestra vicaría, la IV, para los matrimonios que participábamos en las distintas parroquias. A esa excusión vino una farmacéutica, Mª Jesús, que nos habló de la Naprotecnología, yo ya había leído algún artículo sobre estas técnicas médicas en alguna revista católica, y siempre me entusiasmaba y me salía pensar: “yo quiero eso, quiero trabajar en eso”. Pero lo importante es que ella nos contó que había una empresa de nueva creación, Fertílitas, que iba a dar becas para formar monitoras y médicos en Madrid. No me lo podía creer, ¿En Madrid? Tenía entendido que los cursos eran en Estados Unidos y suponía un dineral. No me lo pensé dos veces e inmediatamente pedí la beca a Fertílitas.
Pero las cosas no siempre son tan fáciles como parecen, no me concedieron la beca, no me preguntéis porqué… quizá también era lo que Dios quería para mí, pues ahora yo tengo mucha libertad a la hora de trabajar y las chicas que recibieron beca tienen un compromiso con Fertílitas de 3 años. Me lo tuve que pensar un poco pero es que ese curso ¡era para mí! No quería dejarlo, quizá el año siguiente se volviera a hacer, y quizá entonces me darían la beca, pero no quería esperar, nunca sabemos que va a pasar en el futuro, lo que sí sabía es que ya había un curso y tenía que aprovechar esa oportunidad.
Ahora me tocaba escribir una carta de presentación a la directora del curso y rellenar un largo formulario, todo en inglés pues los profesores y la directora son de habla inglesa: de Estados Unidos y de Inglaterra. Y lo que más me costó: una entrevista con ella por video llamada también en inglés. Me tocaba entonces refrescar mi apolillado inglés de la época del cole. Manos a la obra. Recuerdo los nervios justo antes de la entrevista, pero también la sensación de que Dios lo iba a hacer por mí, cuando Angelique apareció en la pantalla se me pasaron todos los miedos. Y fue genial.
Angelique García era la directora del curso y una de nuestras profesoras. Una show woman, totalmente americana, divertida es poco, pero también dura y exigente, descendiente de españoles, hasta me recordaba a mi madre. Sus padres aún conservaban el español, pero ella lo había perdido dado que, en casa, desde pequeña habían hablado inglés. Fijaos que cuando le mandé el e-mail para pedirle la plaza en el curso y le dije que mi inglés era pobre, su contestación fue, literalmente que eso “era un problema”.
El primer día de clase me recordó a esos primeros días cuando empiezas en un cole nuevo o cuando llegas a la universidad. Todas nerviosas e ilusionadas, chicas y chicos (solo había dos hombres, los dos eran médicos) que llegaban de muchos sitios de Europa: Francia, Portugal, Polonia, Holanda, Hungría… con la misma ilusión, la misma fe, la misma llamada. Enseguida se formaron lazos entre nosotros, aunque nuestro inglés fuera un poco macarrónico nos entendíamos bien. De repente me sentí joven, con mis 49 años estaba sentada en un pupitre de la Universidad Francisco de Vitoria cogiendo apuntes, preguntando a la de al lado que había dicho la profe porque no lo había pillado o compartiendo con las demás como llevábamos el examen.
Una de las primeras cosas que nos dijo Angelique ese primer día era que, si no entendíamos por lo menos el 85% de lo que nos contaba, mejor era que dejáramos el curso antes de empezar y que después tuviéramos que abandonar por no sentirnos capaces de continuar, así no perderíamos el dinero. Pero eso no me achantó, aunque está claro que yo era realista, mi inglés no era para tirar cohetes, pero me esforzaría, y el Señor haría el resto. Y así fue.
Como os he contado, la relación entre los compañeros fue muy bonita, tuvimos muchos momentos de charlar ya que comíamos juntos todos los días, y cuando compartíamos nuestras motivaciones todos coincidíamos en lo mismo: el Señor de una manera o de otra nos había llevado hasta allí y era él quien quería que esto saliera. A mi me ayudaba también ver la ilusión y las ganas de los demás y como me echaban un cable cada vez que no entendía algo o con los apuntes, y las dudas. No estás sola, Dios te pone gente también que va remando el barco contigo.
Las profesoras eran una belleza, y nos transmitían su conocimiento y su fe con entusiasmo y buen humor, además de Angelique estaba Margaret, perfecta británica y Monique que es de Gibraltar así que hasta su inglés tenía acento andaluz, ella es médico y nos enseñaba la parte de biología del aparato reproductor. Fuera de clase nos contestaba si hacía falta las dudas en español. Nos regaló a todas una estampa de S. Pablo VI y una cruz como las que llevan las hermanitas de la Caridad de Madre Teresa, esa tan bonita en la que un hombre anónimo está dando de beber a Cristo en la Cruz. La llevo siempre conmigo. Y la estampa me acompaña en mi pequeño despacho. Uno de los días de clase tuvimos una sorpresa, nos visito Monseñor Juan Antonio Reig Plá, obispo de Alcalá, coincidía que tenía una conferencia en la universidad y al enterarse de que estábamos allí se acercó para darnos unas palabras de ánimo. Fue ilusionante.
Para que os hagáis una idea, el curso consiste en dos fases de clases intensivas, mañana y tarde, la primera fase dura 10 días y estudiamos biología y los fundamentos básicos del método. Aquí coincidimos médicos y monitoras, después hay 6 meses de práctica clínica con parejas, supervisado por una profesora que ha sido formada y que además ejerce también como monitora de Creighton. Tras este tiempo empieza la segunda fase de clases, de una semana de duración, aquí ya solo estamos las monitoras pues los (o las) médicos tienen que hacer su segunda fase en Estados Unidos, así que el grupo se reduce considerablemente. Cuando terminamos las dos fases seguimos haciendo prácticas con parejas hasta el examen final. En este examen nos evalúan de todo lo que hemos aprendido: parte práctica, teórica, parte de moral, de biología, del método en sí… Es muy exhaustivo, dura 6 horas y básicamente es tipo test, pero de esos test que van a pillar, que si no te lo sabes bien, vas a fallar, vaya; más un tema de moral a desarrollar. Todo en Inglés, claro.
Yo salí del examen siendo pesimista, tenía dudas de si había respondido bien en muchas preguntas, me parecía que eran rebuscadas y no lo tenía claro. Cuando hablaba con mis compañeras coincidíamos todas. En el instituto S. Pablo VI de Omaha funcionan aún a la antigua usanza, el examen tiene que cruzar el charco, llegar a Estados Unidos y lo tiene que corregir allí un profesor (yo pienso que probablemente ¡sea el mismo Dr. Hilgers quien los corrige!), así que como las cosas de palacio van despacio, si hice el examen el 15 de febrero, la nota me llegó 3 meses después, por correo postal, por supuesto. El 13 de mayo de 2020, día de la Virgen de Fátima, recibí el esperado sobre con las notas y el título, me lo traía María. “Ves Pilar, Dios te cuida y te ha ayudado todo el tiempo” sentía que me decía mi Mamá.
Ojalá que algún estudiante de medicina o de enfermería este leyendo estas líneas. Hacen falta ginecólogos naprotecnólogos y monitoras de Creighton. Yo te animo a que te aventures, es un camino muy bonito, ayudar a las parejas a elegir el bien con respecto a su fertilidad y su vida en pareja, elegir el mejor camino para ser felices. No es elegir entre dos opciones igual de válidas, sino que una sabemos que lleva a la felicidad y la otra puede comportar un sufrimiento grande. Es un camino que quiere el Señor, ya otros lo han recorrido antes, no está exento de dificultades, pero si estará lleno de alegrías y de paz en el corazón. Trabajar por la vida y por el bien hoy día se ha puesto complicado en la medicina, porque es ir a contracorriente. ¡Animo!
“Si Dios está con notros ¿quien estará contra nosotros?” (Rom 8, 31)
Agradecer desde aquí a Cecilia Cinícola, un ángel que me puso Dios para acompañarme y animarme en mis primeros pasos en la Napro.