Carrillo fue invitado a contemplar Paracuellos desde el avión en que viajaba
En febrero de 1978, un periódico (¿parece ser que del desaparecido diario Ya?) reprodujo la noticia que transcribimos a continuación:
Por el piloto, hijo de uno de los fusilados
Madrid, 16. (Logos)
Carrillo fue invitado a contemplar Paracuellos desde el avión en que viajaba, según una anécdota que recoge La Actualidad Española en su último número.
Al parecer, el dirigente del P.C.E. que volaba de Barcelona a Madrid, pidió a la azafata poco antes de aterrizar que el comandante del aparato le permitiese pasar a la cabina para ver Madrid desde el cielo. Como respuesta a la petición transmitida por la azafata, se escuchó por los altavoces el siguiente mensaje:
Les habla el comandante. Dentro de breves minutos tomaremos tierra en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Mientras tanto les invito a que observen por la parte derecha del avión el histórico lugar de Paracuellos del Jarama, donde fueron fusilados durante nuestra guerra siete mil personas inocentes. El que les habla es el hijo de una de ellas. El que mandaba el pelotón de ejecución es uno de sus compañeros de vuelo, don Santiago Carrillo, sentado en la butaca 27 B.
Recoge este suceso Carlos Fernández en la página 226 de su libro Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable? (Editorial Argos Vergara S.A., Barcelona, 1983).
Transcurrido algún tiempo, este comandante fue expedientado por la compañía con varios meses de sanción sin sueldo.
Juan Viniegra Aréjula
Juan Viniegra Aréjula nació en El Ferrol (A Coruña) el 24 de febrero de 1884. Siguiendo la tradición familiar, pues su padre fue marino de guerra y era sobrino de Juan Bautista Viniegra Mendoza, Capitán General de la Armada, ingresó en la Escuela Naval a los dieciséis años, el primer día de agosto de 1900, y fue ascendido a Alférez de Navío en septiembre del 1906.
Marino, pues, de profesión, se incorporó a la tercera promoción del recién creado Servicio de Aeronáutica Militar, donde obtiene en febrero del 1913, el flamante título de piloto aviador militar de segunda categoría, otorgándosele por la Federación Aeronáutica Internacional el título de Piloto de Aeroplanos.
Por su gran interés y entusiasmo por las cosas de la aviación y tras una intensa actividad en su profesión, y traspasar al cuerpo de inválidos, por haber tenido un accidente grave de aviación, llevaría sus inquietudes a la recién nacida aviación comercial, ya que creada la CETA (Compañía Española de Tráfico Aéreo), es desde el principio una de sus más firmas puntales para su desarrollo y expansión.
En 1928 se fusionaron las empresas CETA, IBERIA y UAE formando CLASSA de la que llegó a ser nombrado Director de Tráfico en 1930. Ese mismo año el 18 de octubre, fue promovido a Coronel del Cuerpo de Inválidos.
Con la II República nació LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas) sucesora de CLASSA y Juan Viniegra fue nombrado 2º Jefe Director General de Tráfico y Material en 1932.
En febrero de 1936 el Gobierno del Frente Popular lo cesó de su cargo, por lo que únicamente se quedó con su pensión de inválido. Comenzada la guerra, fue detenido y encarcelado. Fue sacado de la Modelo y asesinado el 7 de noviembre de 1936 en Paracuellos.
En el libro de Arsenio Izaga, Los presos de Madrid de 1939, pág. 178, se cita cómo fue al martirio, pues tenía profundas raíces católicas. Además, en un libro del padre Ernesto Barea, claretiano, se le cita diciendo que por vivir muy cerca de su convento de la calle de entonces Mario Roso de Luna, Juan tenía relación con ellos, y que el día 20 de julio, antes de ser detenido en su casa, había ido a la iglesia de los PP. Jesuitas de la Plaza de España con otros compañeros para asistir a Misa y comulgar.
Juan Viniegra estuvo casado con Matilde de Velasco y Pacheco de Padilla, con la que tuvo seis hijos: Juan [Viniegra Velasco protagonista del suceso relatado], Ubaldo, Jesús, Rafael, José María y Lorenzo.