Dentro de esta serie de artículos sobre los rasgos del semicristiano, hemos hablado ya de que: selecciona los dogmas, su primer mandamiento es el Sexto, que es pauperomano, y que cree que hay dos clases de cristianos. ¡Ya sólo faltan dos rasgos!
El de hoy es que el semicristiano tiene dos mentalidades que coexisten en su cerebro. Estas mentalidades son:
- Una cristiana, porque algo de cristianismo tiene.
- La otra pagana, porque ese cristianismo que tiene apenas lo aplica, o lo aplica sólo a algunas cosas.
Es decir, es cristiano o pagano dependiendo del tema qué se trate o de los intereses que estén en juego. Y no me refiero que diga una cosa y haga otra distinta, sino que tiene una doble vida mental, dos credos paralelos, que coexisten.
Vamos a ver tres ejemplos.
1. El semicristiano sabe que ser cristiano es lo más importante de su vida. Pero a la vez que considera natural dedicar tiempo a cursos sobre su profesión, deporte, hobbies… rechaza el dedicar horas a instruirse en Cristianismo porque “no tiene tiempo”... Es que su mentalidad cristiana vale sólo para las cosas "de iglesia" pero su "vida ordinaria" va por otro lado.
2. También sabe que el instante de la muerte es de infinita importancia, puesto que se decide su Otra Vida, ¡y esto para siempre! Y sin embargo dice que prefiere morir sin darse cuenta, sin enterarse… para así sufrir menos, se supone. Y si se le señala que esta actitud no es cristiana no lo relaciona, porque para él no tiene nada que ver una cosa con la otra.
3. Por último, los domingo al inicio de la Misa pide perdón de sus faltas dándose golpes en el pecho. Pero en cuanto sale de la Iglesia y se le pregunta por algún error no tiene reparos en decir que "no me arrepiento de nada". Para él, pedir perdón en la iglesia y fuera de ella no es lo mismo.
Tengo que decir que todos (yo incluido) tenemos algo de estas dos mentalidades: cristiana y pagana. La diferencia está en que el cristiano trabaja para eliminar la mentalidad pagana y quedarse sólo con la cristiana; y el "semi" está muy cómodo con su vida y no piensa hacer nada, o casi nada, por convertirse de verdad.
Aramis
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