Repiten algunos en los medios de comunicación y en determinadas tertulias que las iglesias están vacías. Lo cual, como toda generalización apresurada es discutible, pero que en este caso es especialmente falso, pues iglesias hay en todas las diócesis -creo que todos conocemos algunas- que están llenas, sin duda los domingos, pero también los días de diario. De todas formas, también es verdad que algunas están más o menos vacías, y en cierto modo me lo explico. Razones de esto hay muchas: Geográficas, demográficas, sociológicas, etc... pero creo que por desgracia nosotros sacerdotes tenemos nuestra parte de culpa.
Vengo de predicar unos ejercicios espirituales en un seminario menor de nuestra geografía, lo cual no es mal modo de comenzar la cuaresma. Hace ya tiempo que el trabajo con jóvenes lo dejé en manos del vicario joven de mi parroquia, aunque siempre hay que echar una mano, pero estos ejercicios que predico cada año me dan la oportunidad de sumergirme por unos días en el mundo de la juventud, ya que por mucho que estén en un colegio-seminario menor, estos muchachos son prácticamente como todos los de su edad, adolescentes con las ideas poco claras y con un montón de interrogantes en la cabeza.
Encuentro en estos ejercicios a dos chavales que son del mismo pueblo, uno de los tantos de la ancha Castilla, y como hago con todos, cuando cojo algo de confianza les pregunto si van a Misa el domingo, a lo cual estos dos me reponden sinceramente que no. Hasta aquí, por desgracia, nada fuera de lo normal. Pero después cuentan que en su pueblo no va ni un solo joven a Misa, y eso que el cura es joven, lleva un par de años ordenado. Me resulta extraño, pues yo he sido también cura de pueblo y, a poco que trabajes un poco con la juventud, consigues un grupito de jóvenes que vaya a Misa y colabore con la parroquia. Pues bien, me cuentan que los jóvenes han dejado de ir a Misa porque el cura celebra la Misa de espaldas a la gente, se pone un bonete que a todos les da la risa y hace una celebración interminable de la que entienden poco y pasan mucho. Por supuesto, el coro que había de jóvenes duró pocas semanas con el nuevo cura.
Ni me acuerdo del nombre del pueblo, ni realmente hace al caso, pero me permitiréis una reflexión. Si yo veo al Cardenal Cañizares celebrando en una basílica romana "ad orientem" y con todos los ritos antiguos que quiera, me parece bien, el rito extraordinario es maravilloso y no seré yo el que lo critique (de todas formas, no olvidemos que es "extraordinario"). Pero si lo intento celebrar yo en mi parroquia de barrio, hago el ridículo: No ridículo litúrgico ni disciplinar, sino pastoral y del sentido común. Por otro lado, no es que el sacerdote del que me hablaban los muchachos celebre en latín, sino en castellano, pero con ritos que se ve que la gente no ve en las Misas normales y no se enteran de lo que está celebrando.
Creo modestamente, siempre salvo meliore iudicio, que hay lugares y lugares, circunstancias y circunstancias, y para eso está el sentido común, que a nosotros pastores de almas nos debería indicar lo que conviene a nuestra feligresía y lo que no conviene, aunque a nosotros nos guste y sea legítimo.
En sentido contrario, pero abundando en el tema, me cuentan que un movimiento católico laical, que organiza en verano algunas tandas de vacaciones formativas para jóvenes, tipo campamentos o colonias, ha acudido recientemente a un párroco en mi querida Cataluña para pedirle si podría celebrarles Misa, a poder ser de diario, para una tanda de colonias, pues este año no podían llevar sacerdote con ellos y estaban acostumbrados a tenerla todos los días. A lo que el sacerdote respondió generosamente que con mucho gusto, pero que tenía que ser en catalán. El grupo, madrileño, intentó convencerle de lo contrario, pero no hubo nada que hacer, podía celebrar pero en catalán, a un grupo que son todos de fuera de Cataluña..
Lo cual no me extraña porque conozco bien dicha localidad de la costa dorada y su parroquia, y en verano el párroco accede a celebrar una Misa en castellano el sábado por la tarde para los veraneantes, pero las canciones tienen que ser en catalán. Ni una canción en castallano y la mucha gente, que va precisamente porque la Misa es en castellano (las del domingo son todas en la lengua autonómica), no canta porque no se sabe los cantos ni parece tener interés en aprenderlos, ya que la Misa es en castellano. Como excepción, cuando llega La Asunción se canta la Salve Regina latina y parece que se hunde la iglesia con el canto de la gente.
Dios me libre el juzgar porqué hace la gente las cosas, y mucho menos mis hermanos sacerdotes. Pero si a veces nos quejamos que se vacían las iglesias -algunas, otras están llenas- puede ser (digo yo, alguno podrá pensar lo contrario) que una buena parte de culpa la tengamos nosotros, sacerdotes(me incluyo yo el primero), cuando olvidamos algo que nunca nos debería faltar, que es el sentido común. Otras razones posibles, muchas más.