Crónica de la educación en España.

Ahora que parece posible un cambio de las políticas educativas españolas, al menos en el ámbito competencial de las Comunidades Autónomas, quiero compartir algunas conclusiones de la obra de Felipe-José de Vicente Algueró, De la ley al aula. Crónica de la educación en España 1977-2022 (Editorial Círculo Rojo y Fundación Episteme, 2022, 319 págs.):

+ “Si algo puede resumir perfectamente lo que han sido estos años de continuas reformas y contrarreformas educativas es esto: el triunfo de la mediocridad. El sistema educativo español ha renunciado conscientemente  a la calidad, no ofreciendo, además de equidad, la excelencia” (pág. 307).

+ “Los estudiantes españoles no tienen un coeficiente intelectual menor que los de los países con mejores resultados PISA; tienen un sistema educativo deficiente” (pág. 308).

+ “… resumiendo los avatares de la educación española desde 1977, lamentablemente encontramos demasiados cambios, reformas y contrarreformas, falta de consenso y diálogo con todos los agentes implicados, exceso de experimentos pedagógicos inútiles, escasa o nula preparación previa de los cambios legales con investigaciones y estudios previos, demasiada ideologización, prioridad de cuestiones paraeducativas, igualitarismo en detrimento de la excelencia …” (pág. 316).

+ “El sistema educativo español se ha convertido en un laboratorio de experimentos dirigidos desde cómodos despachos de pedagogos de salón a quienes poco les ha importado que la enseñanza sea eso: enseñar, transmitir conocimientos” (pág. 317).

El autor de ese libro lleva toda la vida dedicado a la educación como catedrático de bachillerato, director de Instituto y miembro del Consejo Escolar del Estado.  Como dice en la presentación del libro, “desde estas atalayas he podido seguir de primera mano los avatares de la política educativa española desde 1977” (pág. 18) y “he vivido de primera mano los efectos de las reformas educativas sucesivas” (pág. 19).

El autor comienza la obra con el análisis del debate del art 27 de la Constitución y luego, capítulo a capítulo, estudia cada nueva ley aprobada o propuesta y su contexto político y educativo, hasta llegar a las conclusiones generales más arriba transcritas. Es un útil recordatorio de la historia del sistema educativo español escrito desde el conocimiento de un testigo activo que combina con sabiduría el análisis de los sucesivos textos legales, la evolución de los problemas reales y el juego de los intereses partidistas, corporativos e ideológicos subyacentes en cada reforma. Especialmente claro e interesante resulta el análisis de “la comprensividad como paradigma ideológico” (págs. 91 y ss) que inspiró la LOGSE de 1990 y que sigue siendo la columna vertebral del sistema educativo español hasta hoy y causa principal de sus fracasos sistémicos.

Algunos de los rasgos de ese paradigma ideológico son los siguientes según el autor, que sigue en esto a la experta sueca Enkvist:

En palabras de Carlos Fernández Liria (uno de los ideólogos iniciales de Podemos) que el autor cita en la pág. 111, el abandono del ideal ilustrado de la enseñanza que impone la nueva pedagogía es un delirio. La opinión de este pensador de la izquierda no es algo excepcional; está ya muy extendido este criterio en todo tipo de profesionales sean de izquierda o de derecha. Al mismo tiempo, casi todos los países de nuestro entorno han ido abandonando la comprensividad al constatar su fracaso.

Hoy sería posible un pacto de Estado en materia de educación si hay un poco de sensatez y realismo por parte de todos: partidos, profesionales y agentes sociales. Casi se consiguió siendo Gabilondo ministro de educación y se frustró – como recuerda el autor- por el rechazo a última hora del PP; y hoy podría de nuevo ser posible.

Aparte de esta cuestión esencial para construir un sistema educativo eficiente hay dos cuestiones de carácter casi sectario (para algunos) que dificultan un acuerdo político: la tirria sectaria  de parte de la izquierda a la libertad de enseñanza y a la religión en la escuela y la obsesión nacionalista por utilizar la lengua propia contra el español como medio para construir la nación con la que sueñan. Si unos y otros apostasen en serio por la libertad y el pluralismo recuperando el respeto al equilibrio que supuso el pacto constitucional, estos conflictos tendrían fácil solución. Pero, como recuerda el autor, en materia de educación “el espíritu constitucional de consenso terminó al minuto de aprobarse la Constitución” (pág. 40).

El libro de Vicente Algueró reconstruye una historia, la de las leyes educativas españolas a partir de 1977, cuyo repaso puede ayudar a vislumbrar el escenario del posible y necesario pacto educativo que España necesita.

Benigno Blanco