Repensar la naturaleza humana ante el reto transhumanista.
El transhumanismo, como todas las ideologías contemporáneas que rompen con la comprensión del hombre que caracteriza a la tradición central de occidente, nos obliga a repensar algunos aspectos de la realidad en que no habíamos profundizado lo suficiente. Así como la ideología de género nos obligó a buscar una mejor y más profunda comprensión de la sexualidad, el transhumanismo nos platea el reto de repensar algunos conceptos o características del ser humano que hasta ahora no nos resultaban problemáticas como, por ejemplo, el mismo concepto de naturaleza humana. A esta necesaria labor ayuda el libro ¿Qué es el transhumanismo? de Héctor Velázquez Fernández, editado por Ed. Senderos en 2021 (204 págs.). Héctor Velázquez, doctor en filosofía y actualmente profesor e investigador en la Universidad Mayor de Santiago de Chile, ha dedicado su vida académica al estudio del impacto ético y antropológico de los avances científicos y tecnológicos más recientes y, por ello, también a las propuestas transhumanistas.
Este libro consta de dos partes diferenciadas: la primera (págs. 23 a 93) expone qué es el transhumanismo y el pensamiento de algunos de sus principales impulsores. Es una buena y asequible introducción a esta corriente de pensamiento caracterizada por un cierto odio al hombre y por el propósito expreso de superar por medio de la tecnología al actual homo sapiens sustituyéndolo por una nueva especie mejorada.
En la segunda parte, en la que voy a detenerme en esta reseña, Héctor Velázquez afronta algunos de los retos intelectuales y éticos que plantea el transhumanismo, profundizando y actualizando la antropología de matriz aristotélico-tomista. Así, el autor analiza de forma creativa y sugerente el concepto de naturaleza humana negado por los transhumanistas y el de perfeccionamiento humano como contrapuesto al de mejora manejado por el transhumanismo; profundiza en el análisis de la identidad humana y en el papel de la relación interpersonal y de la libertad desplegada en el tiempo en su construcción, poniendo de manifiesto el carácter individualista de los planteamientos transhumanistas; y se ocupa de temas singulares como el sentido del dolor en la vida humana, algunos de los problemas bioéticos que plantean las propuestas transhumanistas , la oportunidad de formular nuevos neuroderechos …y otras varias cuestiones de gran interés teórico y práctico.
Es un libro que abre muchos debates con sugerencias necesitadas de posterior estudio y profundización; sus capítulos son de desigual extensión, desde tres breves hojas a más de veinte; y los distintos temas son tratados con desigual intensidad. Pero me ha gustado mucho cómo el autor no se limita a denunciar los errores del transhumanismo y los riesgos de sus propuestas, sino que acepta el reto de profundizar en nuestra comprensión del hombre a la luz de las impugnaciones que el pensamiento transhumanista hace de las ideas tradicionales al respecto. Así se construye un futuro más humanista.
Nuestro autor propone, en el fondo, una agenda de trabajo y reflexión para que salgamos del reto transhumanista con una mejor comprensión de esta maravilla que es el ser humano. Respecto a algunos temas da indicaciones ya muy elaboradas y en otros solo sugerencias de por dónde avanzar. En todo caso, ayuda a pensar y eso es muy de agradecer.
En el capítulo final y conclusivo del libro (págs. 191 a 194), con una sana perspectiva antropológica, el autor rechaza la perspectiva transhumanista del hombre como “infraestructura biológica neutra y manipulable según criterios utilitaristas y funcionales” y reivindica una visión del cuerpo como “vehículo de manifestación de la persona, abierto a la intencionalidad y la historicidad de sus acciones y a la identidad ontológica que le da base” rechazando verlo como “des-subjetivado y manipulable”; “no se puede identificar al hombre con el propio cuerpo, pero tampoco se le puede distinguir de él” afirma citando a Husserl. Pone de manifiesto “la irreductibilidad de la identidad humana a una operación de los solos componentes orgánicos o estructurales” e indica que “la naturaleza humana se presenta como una serie de potencialidades esenciales con la capacidad de despliegue en el tiempo (…); la acción sucesiva, histórica, diacrónica, va configurando una intimidad que supone un sujeto que la desarrolla. La naturaleza, pues, supone desarrollo en el tiempo y este supone a su vez la identidad”.
Frente a la propuesta transhumanista, concluye nuestro autor: ”El entorno y la problemática se modifican, pero no así nuestra condición básica humana, que siempre enfrentará al hombre con un reto permanente: llegar a ser lo que debe ser a partir de lo que ya es”.
Benigno Blanco
PD: La Editorial Senderos está publicando interesantes monografías sobre los temas más actuales suscitados por la reflexión sobre ciencia y filosofía. Recomiendo consultar su catálogo en https://senderoseditorial.com/