La sonrisa tiene un poder extraordinario. Puede cambiar muchas cosas. Se dice que al mal tiempo buena cara. Siempre me ha gustado leer  y escuchar cosas alegres. La vida se ve de otra manera desde el optimismo. Y no es frivolidad. Ni  esconder la cabeza debajo  del ala para no ver la dura realidad. Sencillamente es combatir el mal haciendo el bien. Y esto siempre nos hace sonreir. Leí hace un tiempo lo que escribió un buen amigo llamado Antonio Orozco. Lo he releido. Y como me gusta se lo ofrezo a mis lectores.


"Con la sonrisa, la persona llama a sus semejantes a la participación en el gozo. «En el momento en que sonreímos a alguien - Saint-Exupéry -, le descubrimos como persona, y la respuesta de su sonrisa quiere decir que somos también persona para él.» La sonrisa es una invitación a pasar al propio núcleo espiritual, a tomar parte en la armonía íntima que en el instante presente vincula a todas las cosas. Es invitación a la intersubjetividad del nosotros, en íntima complacencia con el orden de todo lo real. Sonreír significa encontrarse bien a pesar de los pesares; que parece bien lo que acontece, aunque las circunstancias puedan parecer frustrantes, aunque amenace una gran adversidad, aunque aceche la muerte.

"En tanto que expresión de armonía universal y llamada, la sonrisa es una puerta a la esperanza, el cielo abierto. Por ello, es capaz de disipar cualquier angustia. Nos contagia el goce que derrama y nos invita a compartir con el universo, el equilibrio, el orden, la paz, el amor.

"La risa, escribió Bergson, es «algo que rompe en un estallido y va retumbando como el trueno en la montaña. Y, sin embargo, esta repercusión no puede llegar al infinito». La sonrisa, sí. La risa es extroversión incontenida, quizá incontenible y por ello poco personal. Pero la sonrisa -más que otra cosa- es inmanencia que asoma, irradiación despaciosa y suave que penetra sin violencias en los espíritus abiertos que encuentra a su paso, en despliegue gozoso hacia la infinitud eterna de Dios, secreto hogar de toda sonrisa. Una sonrisa genera otra, y ésta otra, y se llena el hogar y luego el universo. Esta es la misión del hombre sobre la tierra: llenar el mundo de sonrisas. El hombre ha sido creado para sonreír.

"¡Saber sonreír! Su poder es misterioso. Cambia el rumbo de la historia. Nada tiene que ver con el gesto estereotipado de las arcaicas esculturas de la antigua Grecia. La sonrisa auténtica procede de la vida íntima, del núcleo y almendra de la persona; se elabora en silencio, en soledad sonora y excluye el sarcasmo, la mordacidad, la acritud...

"Pero la autenticidad de la sonrisa no excluye en su haber el dolor. Y cuando a éste acompaña, viene a ser un sacrificio, el más valioso acaso de cuantos puedan realizarse. San Josemaría Escrivá, que tanto supo del dolor, y supo siempre sonreír, enseñaba que la sonrisa puede ser la mejor muestra del espíritu de penitencia" (A. Orozco. http://www.encuentra.com/articulos.php?id_sec=94&id_art=4121 )

     Ante tanta miseria humana elevada a la categoría de principios y nuevos "valores". Cuando parece que el sinsentido toma las riendas de la vida. Cuando al hombre se le rebaja a la categoría de un amasijo biológico sin alma. Cuando la vida se desprecia y se abomina del Creador. Cuando se ataca lo más sagrado, y se entroniza las pasiones dislocadas... Lo que debemos hacer es desarmar al enemigo con la mejor de las sonrisas.

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com