La verdad es que la experiencia fáctica de los últimos años, desde luego en España, pero también en muchos otros países del mundo, y particularmente en los de nuestro entorno geocultural, conduce a una respuesta negativa a la pregunta: no, no existe ya diferencia alguna en lo tocante a la ideología de los grupos políticos supuestamente considerados “de izquierdas” y los grupos políticos supuestamente considerados “de derechas”, limitándose la distinción a una cuestión de tono y estilo por un lado, y de cometido a desempeñar por otro.
Una tras otra, vemos aprobarse y entrar en vigor todas las leyes que conducen a la implantación total y hasta radical de una determinada ideología antropológica que, por cierto, se experimenta por primera vez en la historia: una antropología conducente a la destrucción de las personas y a la reducción drástica de la población mundial. Y todo ello sin que dichas leyes reviertan jamás.
Lo que sí se ha producido, en cambio, es un reparto de los papeles a interpretar en la estrategia de establecimiento de la antropología en cuestión, ejerciendo los unos de motor de la implantación, y los otros de motor de la neutralización de la respuesta.
En este reparto de roles, todas las leyes que participan de la ideología en cuestión son sistemáticamente votadas a favor por un partido, el del gobierno que la presenta, y en contra por el otro, el de la oposición, generando una pantomima de debate que no es real o que, en todo caso, tiene más que ver con una lucha descarnada por el poder que con una auténtica discrepancia ideológica. Porque lo cierto es que cuando debería producirse la derogación de esa legislación al acceder al poder el partido que se había presentado como contrario a ella, ni lo hace él, ni lo hace nadie. Y ante el silencio de todas las instancias políticas, que se digan "de derechas", que se digan "de izquierdas", un electorado muerto, amorfo, blandiblup, que todavía se cree que hay derechas e izquierdas, ni se percata de que, una vez más, “se la han pegado”.
Los casos son múltiples: aborto, ataques a la familia, ataques a la libertad individual, menoscabo del varón, discriminaciones mal llamadas positivas, inmigración ilegal y delictual, memoria histórica, histeria climática, animalismo... Si me apuran, hasta la política económica, basada por igual para todos los partidos del escenario político en el continuo acrecentamiento de un Estado que ya es macrocefálico y megalómano convertido en actor, instrumento y protagonista de la implantación de la Nueva Antropología. Política económica que, como no podía ser de otra manera, viene acompañada de extenuante exacción fiscal y desmesurado endeudamiento público.
En estos días vemos sometidos a la misma pantomima del debate la eliminación de la enseñanza concertada y especial y la eutanasia. No habrá de pasar mucho tiempo para que conozcamos las nuevas sorpresas que nos depara la "Nueva Antropología". Pero no les quepa duda, el proceso volverá a ser el mismo, porque siempre es el mismo: un partido propone, el otro hace como que se opone, y la ley ya no la cambia ni el Tato: aunque "el otro" partido gane unas elecciones con mayoría absoluta (¿les suena el caso?)
Y con esta noticia, me despido por hoy no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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