La belleza es un atributo de Dios, la belleza nos lleva a Dios, lo bello es bueno, es santo, nos acerca a quien es la fuente de toda belleza.
La música, como cualquier otro arte, busca la belleza y la expresión del alma humana y como ningún otro arte es capaz de transmitir y de cambiar nuestro estado de ánimo, trasportarnos casi mágicamente.
¿Y por qué digo esto? Porque la música en nuestras iglesias no es bella, no es litúrgica, no nos lleva a Dios y no nos pone en actitud de oración. Es más, a mí me produce indignación, pero santa indignación porque son los intereses de Dios y porque mi indignación no es contra las personas que cantan en los coros de las parroquias que hacen lo que buenamente pueden y saben.
En mis años mozos hubo una tendencia a coger canciones populares y cambiarles la letra y convertirlas en canciones de misa, y a pesar de que a priori puede parecer buena idea, puesto que así se suponía que la gente ya se sabía la música, aprendía la letra y listo, fue nefasto. Desgraciadamente, esas mismas canciones de mis años mozos se siguen cantando en misa exactamente igual, aunque ya no sean populares.
Vamos primero con la música y luego con la letra. La música transmite algo por ella misma, no solo por lo que dicen las palabras. Si oímos una sinfonía que no tiene letra o una ópera que sí tiene letra, pero no se entiende nada en el 99% de los casos, pues nos lleva a países lejanos, a tiempos lejanos, trasmite alegría, tristeza, drama, incluso terror, por la misma música. Pues una canción de los Beatles, de Simon y Garfunkel o de El rey León o de La sirenita, independientemente de la letra, solamente por la misma música, pues nos trasmiten los sentimientos y circunstancias para los que se compusieron y serán buenísimas, pero desde luego muy distantes al santo sacrificio de la Misa.
Vamos ahora con la letra. Hay canciones que en celebraciones en un colegio de infantil y primaria tendrán una letra poco profunda, pero que serían, diríamos, aceptables. Pero en una celebración de misa dominical la letra de esas canciones suena a Barrio Sésamo y yo me siento absolutamente ridícula cantándolas y ya cuando tienen coreografía como 'La Macarena' quisiera que la tierra me tragara.
Y la segunda parte de la letra, las canciones sentimentales en las cuales todo es: 'yo siento, yo dejo de sentir, yo esto y yo aquello' y es que es puro antropocentrismo, no hace referencia a Dios ni quiere alabar ni adorar a Dios
La liturgia no es para que nos guste a nosotros, es culto a Dios, y para el culto a Dios hay que buscar lo bello, lo más bello que podamos hacer, para adorarle, para alabarle, para que eleven el alma humana a la espiritualidad y ayuden a la oración y al recogimiento.
Para que las canciones en la Iglesia sean dignas no hace falta que toda la población sepa lenguaje musical y técnica vocal, ni que la persona que ayude en el micrófono sea Montserrat Caballé, pero creo un mínimo de afinación y un mínimo de sentido litúrgico a la hora de elegir los cantos sería muy recomendable.
La liturgia no es cualquier cosita sin importancia, es el centro de la vida de la Iglesia, es la fe que celebramos y vivimos, es el culto a Dios, ¿no merece la pena que la cuidemos?