Año del Señor 2018
27 de octubre
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
INVISIBLE
En una de las últimas fiestas me pidieron que hiciese una tarta. En la receta venía apuntado: “Para toda la Comunidad, multiplicar por tres la cantidad”.
“Medio sobre de gelatina”.
-Entonces es sobre y medio -comenté.
“Preparar la gelatina siguiendo las instrucciones del fabricante”.
Agarro la caja: “Para preparar UN SOBRE de gelatina, ponga a hervir medio litro de agua...”
Bien, ¿recuerdas cuánta gelatina tenía que preparar? Sobre y medio. Y, ¿sabes cuál fue mi cálculo mental? ¡¡Multiplicar por tres la cantidad de agua!!
Cuando dos horas después saqué la tarta de la nevera... evidentemente aquello no había cuajado. Eso ni era tarta ni era nada. Más bien parecía “base de galleta sumergida en horchata”. Por poco no me recuperan del infarto.
A toda prisa busqué a la procuradora, fuimos a la despensa y, nada más abrir el armario, ¡una bolsa con placas de gelatina! El Señor vino en mi auxilio, pues esa gelatina se puede usar sin disolver en agua... ¡ya bastante líquida estaba la tarta!
Fue curioso porque, al preparar la gelatina, me fijé en que era trasparente; es más, al añadirla a la crema, aparentemente no hubo ninguna diferencia (ni color, ni sabor...), pero, a la mañana siguiente, ¡la tarta estaba en su punto!
Esta gelatina es una hermosa parábola de la oración.
Hay momentos es que parece que el día “no cuaja”. Las cosas comienzan a torcerse, y todo apunta a que el resultado no puede ser más que catastrófico. Tal vez solo haya sido un malentendido a primera hora, pero el mal sabor de boca permanece, y empiezas a verlo todo gris: que si ese conduce despacio, que si este es un desordenado... Y cada vez añades más agua a la tarta. ¡Es el momento de frenar!
La oración, como la gelatina, se prepara “en un cazo aparte”. Es necesario salir del ambiente, ponerse en camino, buscar al Señor. ¡Él te espera!
Y, como la gelatina, la oración aparentemente es invisible, no cambia el color ni el sabor de tu jornada... pero, igual que la gelatina, ¡es cuestión de dejarla actuar! Y la tarta, cuaja.
“Sin mí no podéis hacer nada”, dice Jesús. Y, efectivamente, ¡solo la gelatina arregló la tarta! Y, del mismo modo, solo la oración puede hacer que un día gis cuaje en una jornada luminosa y llena de color.
Hoy el reto del amor es que prepares “gelatina” para tu día, que reserves un rato en tu agenda para estar con el Señor. ¡Y recuerda que la gelatina se prepara “en cazo aparte”! Sal de casa y busca un Sagrario. ¡El Chef te espera! ¡Bon appetit!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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