No soy crítico profesional de cine. Sí un buen aficionado al séptimo arte, de siempre. Ahora, jubilado, procuro, como autodidacta y fiado por la crítica solvente, no perderme una buena película. Sobre todo cuando ésta viene avalada, no por la propaganda, sino por la crítica favorable de los expertos. Procuro que su visionado, me aporte siempre algo positivo en mi cultura, formación, conocimientos y sentimientos. Pues bien, confieso, mi plena satisfacción, tras ver esta cinta japonesa. Para mí, un filme inolvidable e imborrable. Una de las películas más bellas, sensibles que he visto y que me han conmovido hasta las lágrimas. Toda ella gira sobre el tema universal de la vida y de la muerte, (tabú, para muchos occidentales) y el trato singular, exquisito, que dan a los difuntos, los amortajadores, desde su cultura Oriental.
Ha merecido un Oscar como Mejor Película extranjera. 10 premios de la Academia cinematográfica japonesa.(Mejor película, Mejor director, Mejor actor y Mejor guionista). Lleva en cartel 9 meses seguidos, a punto de batir records. No es para la gran masa de público, sino para gente culta y sensible. Ni violencia, ni sexo. Pocas palabras y mucha sensibilidad. Reconcilia al espectador con el cine, presionado por tanta bazofia que le ofrecen a diario.
Hace pensar con el contraste de frivolidad y ligereza, que se ven en los tanatorios de aquí y la falta de respeto al difunto y allegados. Imprescindible para auténticos cinéfilos y muy recomendable para personas cultivadas espiritualmente.