Mañana, 3 de febrero, tengo un asunto importante, y como en realidad no hay nada como la oración para conmover el corazón de Dios, aprovecho los medios que pone a mi alcance y te mendigo una oración, para que el Espíritu Santo nos ilumine a todos en la cita de mañana:
"Dios te salve, María; llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén".
Yo me comprometo a rezarla por todos los lectores.
Si me leyesen mis amigos de siempre, madre mía...
¡Dios os bendiga!