Con Acción Popular
El resultado de las elecciones municipales de 1931 es de doce concejales republicanos, seis concejales liberales independientes y dos concejales de la derecha monárquica de Acción Popular. Los dos concejales electos son Víctor Benito Zalduondo y el siervo de Dios José García-Verdugo Menoyo.
Acción Popular (AP) fue un partido político español confesional católico fundado recién proclamada la Segunda República con el nombre de Acción Nacional y que cambió de nombre un año después. Cuando el 29 de mayo de 1932 se constituye en Talavera la Acción Popular don Víctor Benito Zalduondo es elegido presidente.
Unos meses antes aparece una entrevista publicada en El Castellano el 18 de febrero de 1932. Con el título La política y los Ayuntamientos, primero se expone la noticia de una moción rechazada.
La sesión municipal convocada para el día 8 de febrero, hubo de suspenderse por falta de número. La supletoria se celebró el 10 […] Lo más interesante de esta sesión fue la moción presentada por la minoría monárquica. Por su contenido, por su palpable realidad y por la orientación tan acertada de la misma, no dudamos en calificarla como lo más razonable y lógico de cuanto se ha leído en nuestro Ayuntamiento. Desprovista de todo matiz político, la moción de dicha minoría significaba una nueva era de administración municipal, una norma precisa a los intereses del pueblo, una barrera que contuviese para siempre los antagonismos de partido y que apagase esa sed insaciable de hacer política en un lugar donde solo debe de hacerse administración.
La moción fue rechazada. Hay, sin duda, quien necesita la política para cegar al pueblo, haciéndole olvidar ciertas promesas que no se cumplen. Parece ser que, antes que los intereses de Talavera -que son únicamente los lógicos intereses obreros- está el mitin municipal, el discurso sobre temas de significación general, la discusión de mil asuntos que para nada atañen a nuestro amado pueblo.
Aquí la lectura íntegra de la moción:
Al excelentísimo Ayuntamiento de esta ciudad.
Los que suscriben, concejales que constituyen la minoría monárquica de este Ayuntamiento, ante el mismo formulan la presente moción:
Cuando se constituyó este Ayuntamiento, ofrecieron su acatamiento al régimen constituido de hecho y sin hacer renuncia de sus ideales, su leal colaboración en la obra municipal, creyendo que, aun cuando insignificante, nunca sería despreciable en la obra conjunta que representa la labor administrativa de este Concejo.
El afán de algunos concejales de convertir este Concejo en un Parlamento, trayendo a los escaños cuestiones políticas, actitudes de los grupos organizados fuera del Ayuntamiento, censuras periodísticas e incluso improcedentes lecturas de disposiciones legales que en nada atañen al Concejo y solo sirven para suscitar debates en un todo ajeno a nuestra actuación administrativa, han sido causas de que entre unos y otros grupos se hayan suscitado recelos, enemigas oposiciones, y que olvidando nuestra función meramente administrativa, hayamos perdido tiempo y actividades en lo que nada nos importa, con perjuicio notorio de los intereses de la ciudad.
Por ello, esta minoría propone a la Corporación se sirva acordar:
1º.- Que en lo sucesivo no se admitan mociones de índole política, ni se consientan debates que no sean propiamente sobre materias de índole municipal.
2º.- Que se ordene al secretario municipal o a quien en sustitución de sus funciones ocupe transitoriamente el cargo, omita la lectura de disposiciones oficiales que de una manera clara no se refieran a los Ayuntamientos o necesiten estos aplicar.
3º.- Que asimismo sea rechazado todo debate que implique censura o intervención de Concejo en las funciones gubernativas que de modo exclusivo tiene el señor alcalde, quien procurará por su parte no traer a sesión de asuntos de su exclusiva competencia como delegado del Poder central.
Con estas medidas, si son aceptadas por nuestros compañeros, cree la minoría que suscribe que podrán evitarse en lo sucesivo inútiles debates que hasta ahora nos han entretenido en varias ocasiones, y se logrará la concordia y aproximación que estimamos necesaria para que nuestra colaboración prosiga con la constancia que hasta ahora hemos venido prestando a la actividad municipal.
Dios guarde al Concejo muchos años.
Talavera de la Reina, 5 de febrero de 1932
El señor Verdugo (siervo de Dios José García-Verdugo) no asistió a la sesión por haberse tenido que ausentar en el ejercicio de su profesión, y no haber llegado a tiempo a la hora de celebrarse aquella, por rotura de coche. Debido a esta circunstancia, el señor Zalduondo fue el único defensor de la moción de su minoría.
A la salida, deseosos como buenos reporteros de recoger la impresión sacada por el señor Benito Zalduondo, le abordamos con la siguiente interviú:
- ¡Pero, hombre! ¿Cómo ha venido usted solo a la sesión?
- Pues no lo sé, contesta sonriente. Mi compañero Verdugo tenía verdadero interés en venir. No sé las causas de su ausencia. Llevo dos o tres corriditas que me toca actuar solo, y yo, que en tauromaquia estoy bastante pez, excuso el decirles mis apuros. ¡Y más cuando se tiene que alternar con los “ases” del toreo o ídolos de las multitudes!
- Hemos notado en usted, don Víctor, algo de reparo al defender la moción. Algo así como si se dejara cosas interesantes en el tintero.
- Así es. Yo he creído que con el texto de la moción de censura bastaba para fijar nuestra posición en el porvenir y exponer nuestros deseos de bien para Talavera. La política es buena para el mitin, el partido, la tribuna o la prensa… ¡para cualquier sitio, menos para el Concejo!
- Sin embargo, alguien le ha dicho que eso mismo era hacer política…
- Sí; se me ha insistido que yo tenía mi color. Y es cierto. Mi significación la conservo íntegramente, más que nada (y con esto nada niego), por dignidad, ya que considero que el variar de posturas, hasta acoplarse en lugar seguro y cómodo, es propio de los que tienen que vivir y medrar a cuenta de ella. Al fin y al cabo, la política es una carrera o un modo de asegurarse el pan de cada día.
- Pero usted en el Municipio…
- He procurado que mi color sea todo lo pálido posible, y salvo en los casos en que me han llegado a lo vivo, he anulado mi significación, con el corazón puesto tan solo en los intereses del pueblo. Unos y otros, han insistido que esta minoría, con negar el hacer política, hacemos la nuestra. Yo vuelvo a repetir que la negación de una cosa denota la carencia absoluta de ella, lógicamente. Por lo tanto, si nosotros la negamos, es porque no la queremos ni admitimos.
- Bien, ¿pero, al parecer, usted no dio contestación categórica de por qué consideraban que con los debates políticos se pierde lastimosamente el tiempo?
- Yo creo que sí. Recordarán que yo dije que creía interpretar con nuestra moción, además de nuestro propio sentir, el de otras minorías que en otras ocasiones le habían hecho ostensible en el mismo salón de sesiones; y ahora, repito, porque así lo dije, que el hablar de política en los escaños es muy peligroso cuando no se cuenta con una mayoría, no ya en los escaños, sino en el resto del salón.
Han sido traídas a sesión muchísimas cosas que maldito lo que nos interesaban. En cambio, ¡cuántos problemas abandonados!
Lo peor es que con esos debates políticos jugamos muchas veces con fuego, y Dios quiera no falte nunca alguien que esté siempre a tiempo con la motobomba, pues lo peor sería que por algún chispazo inesperado tuviéramos un incendio, lo que yo, como ciudadano, como concejal, y, sobre todo, como hijo de Talavera, no tengo más remedio que tratar de impedir y protestar.
Y Usted, en resumen, ¿qué piensa hacer?
- ¿Quién, yo? Por ahora nada, no obstante, diré (pues ya hay concejales que lo saben) que yo también tenía intenciones de haber echado mi cuartito a espadas em asuntos sociales, y quizás anticipándome a la reforma agraria, pues a mi también me gusta ocuparme de los asuntos que considero de interés para mi pueblo.
Sé por experiencia que no es lo mismo predicar que dar trigo, aunque es indudable que para algunos debe alimentarles más las predicaciones de los unos que el trigo de los otros.
Yo he considerado y considero que el problema más urgente de momento es el del paro obrero, pero resuelto no a costa de los demás o de la vida del mismo pueblo, hoy en franca crisis económica, sino con la iniciativa municipal y amparados por el Estado.
Mas ya que no pueda ser así, y que toda iniciativa nuestra es acogida con recelos, esperaré tranquilo a que me den el cese, como ya nos tienen anunciado, por el hecho de haber pertenecido unos meses a un Ayuntamiento de la Dictadura. Y nada más.
El señor Benito Zalduondo se despide de nosotros con estas palabras:
- Habrá mejores oradores, desde luego, pero más talaveranos, no. En eso no cedo a nadie.
Perdonad. Todavía me alargo un poco más.
Entre los temas conflictivísimos de la ciudad (sesión municipal del día 15) leemos: “finalmente se habla de la necesidad de prohibir a las monjas encargadas del Comedor de Caridad, la habitual costumbre de los rezos antes de las comidas…”.