El martes pasado me invitaron al preestreno del documental “Hospitalarios. Las manos de la Virgen”. Nunca había asistido a un preestreno, y además el director del documental es mi hermano, por lo que estaba muy emocionada.
Reconozco que el tema no me interesaba especialmente, no soy devota de la Virgen de Lourdes, pero siempre me interesan mucho los trabajos de mi hermano, y los espero con expectación, así que ahí estaba yo con mi hermana, las dos deseando ver el documental. Bueno, nosotras y 300 personas más.
El ambiente era festivo, encontré a muchos conocidos, pude pasar un rato muy entrañable con mis tíos y primas (y primo político) de Pozuelo a los que hacía mucho que no veía, y saludar a alguno de los protagonistas del documental.
Yo iba a lo que iba, a ver el primer documental de mi hermano y a disfrutar de ello. No me esperaba para nada lo que me pasó.
No voy a estropear la sorpresa porque todos los que leáis esto tenéis que ir a verlo, con toda la familia, nadie se lo puede perder. El 17 de mayo en cines.
Con este documental se llora, se ríe, se sufre, se goza, se admira lo que hacen los hospitalarios, se admira la actitud de los enfermos y de sus familias… y se mira uno por dentro.
Yo hice varios descubrimientos, y no todos me gustaron. Por ejemplo, darme cuenta de que soy incapaz de irme a Lourdes de voluntaria para cuidar enfermos. No puedo, es superior a mí: el miedo a no saber qué hacer, a cómo reaccionaré ante las tareas desagradables, a qué hago si no entiendo lo que me dice… Imposible, yo no puedo, no tengo suficiente generosidad ni amor. Y claro, ¡no me gustó nada ver eso!
Otros me encantaron y me dieron mucha paz y consuelo, como darme cuenta de que no soy la única persona del mundo que necesita la sanación interior que viene de Dios. Y que Dios sana a través de Cristo. Y Cristo sana, en Lourdes, a través de su Madre. Y Ella, utilizando unos instrumentos llamados “hospitalarios”, que son personas como tú y como yo: con miedos, con debilidades, con problemas… y llenos de amor a Dios, que derrochan a manos llenas con los enfermos. No sé cómo pueden, pero lo hacen.
No te cuento nada más, tienes que ir al cine y verlo, y además no puedes ir solo, tienes que llevarte a toda tu familia y a todos tus amigos, y difundirlo por todas partes para que todo el mundo sepa que ES VERDAD QUE CRISTO SANA A TRAVÉS DE SU MADRE, al menos en Lourdes.
Y hago mía la recomendación de mi hermano: ir a Lourdes al menos una vez en la vida, con enfermos.
¡Dios quiera que me atreva alguna vez!