Lo lógico para los que vivimos lejos de la tierra aragonesa, a la hora de peregrinar a cualquier santuario -en dirección nordeste- es hacer "escala" en la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. La parada nos permite desde hacer una visita a la Virgen Santísima para besar su pilar y venerarla, o con más tiempo, rezar el rosario e incluso celebrar la Santa Misa. Cualquier excusa es buena para detenerse en el Pilar y rezar a Santa María la Virgen.
Por otra parte, cuando en tren, en autobús o en coche viajamos de Barcelona a Madrid, o de Madrid a Barcelona, estamos pendientes de divisar en el horizonte las torres de la Basílica del Pilar para rezar el ángelus, las tres avemarías o para empezar o concluir el rosario al llegar a Zaragoza. Y un grito interior afirma: ¡Ya se ve el Pilar! Y dejar caer de los labios un ¡Bendita y Alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza!
¡Cuántas veces habremos visitado Zaragoza y su Pilar...! Recordábamos -durante las XI Jornadas Martiriales que se celebraron la semana pasada del 20 al 22-, por ejemplo, la consagración de toda España al Corazón Inmaculado de María los días 21 y 22 de 2005. O tantas peregrinaciones con la Congregación Mariana, con visita añadida a nuestro querido Don Carmelo [que fue obispo auxiliar de Toledo y que falleció hace año y medio]. Bajo estas líneas, presidiéndonos la Santa Misa el 4 de julio de 2013.
Las santas masas de los Innumerable Mártires de Zaragoza
Después de este breve excursus quiero dar las gracias, en nombre de todos los jornalistas que tuvimos ocasión de escuchar al guía Luis Antonio Rodríguez (bajo estas líneas, en el centro de la foto) por la magnífica explicación sobre la parroquia-basílica de Santa Engracia de Zaragoza. Así como a la catedral de Palencia se la llama la "bella desconocida", creo que también sucede con este lugar martirial desconocido, por lo menos para mí.
Entre los sacerdotes operarios diocesanos, que fueron nuestros superiores en Toledo, estaban dos aragoneses: don Justo López Melús y don Domingo López Marco. El primero como director espiritual del Seminario y el segundo, como superior y profesor de griego. Tantas veces nos hablaba don Domingo de los Innumerables Mártires de Zaragoza...
La excelente página web nos lo explica todo pormenorizadamente:
Basílica Santa Engracia | Santa Engracia (basilicasantaengracia.es)
El 3 de noviembre del año 592 el II Concilio de Zaragoza instituyó la fiesta de los Innumerables Mártires, distinguiéndola de la del 16 de abril (Santa Engracia y compañeros). De dicha época sería el relato de su pasión, que algunos estudiosos han atribuido a san Braulio y que ya el P. Risco puso en cuestión en 1775. Se considera que que el nombre deforma los numerosiores martyrum turbae del poema de Prudencio.
Según el relato, Daciano permitió salir de la ciudad de Zaragoza a los cristianos que en ella vivían. Estos, engañados, fueron martirizados en la puerta Cinegia (donde se levantó la Cruz del Coso y se encuentra el Monumento a los Mártires de la plaza de España).
[Monumento a los Mártires de la Religión y de la Patria. Arte Público. Ayuntamiento de Zaragoza En la parte superior del monumento un angel victorioso en pie sujeta a un baturro muerto junto a la bandera y la bayoneta al tiempo que parece señalarle el cielo].
Sus cuerpos fueron quemados en la hoguera, mezclados con los de delincuentes, para que no pudiesen ser veneradas sus cenizas, pero una lluvia milagrosa separó los dos grupos de restos, formándose las Santas Masas que dieron nombre a la iglesia de Santa Engracia, hasta que él mismo se olvidó durante el siglo XIV.
La fiesta del 3 de noviembre fue sustituida en el calendario diocesano de 1999 por la de Santa Engracia y los protomártires de Zaragoza. El rito mozárabe todavía conserva la misa de los Innumerables Mártires.
San Juan Pablo II pidió venerarlas
En 1982 san Juan Pablo II -conocedor de la historia de los Innumerables Mártires- pidió venerar las Santas Masas durante su viaje a Zaragoza. Como así sucedió, el 6 de noviembre, al llevarse la urna de las reliquias a la explanada de la Romareda, como él mismo recordó (en la bula por la que erigió Santa Engracia en basílica menor en 1991): “Nos no podremos nunca olvidar la profunda emoción que sentimos y el gran aliento que recibimos cuando en nuestro primer viaje apostólico a la querida Iglesia de España honramos y veneramos las reliquias de los mártires allí presentes”.
La agencia EFE tomó esta fotografía: