Lo dijo el mismo Tolkien: “El Señor de los Anillos” es una “obra religiosa y católica”. Ahí reside la clave para comprender una de las obras más leídas y valoradas de la literatura universal.
Se ha escrito mucho al respeto, libros enteros, pero lo esencial lo sintetiza admirablemente Joseph Pearce en un artículo recientemente publicado en el National Catholic Register que vale la pena leer y aquí comparto con ustedes:
“Tolkien describió El Señor de los Anillos como "una obra fundamentalmente religiosa y católica". ¿Es posible resumir esta dimensión de la obra magna de Tolkien en menos de 600 palabras? ¡Vamos a intentarlo!
Las conexiones entre El Señor de los Anillos y el cristianismo son numerosas. Existe una conexión simbólica entre el Anillo Único y el Pecado Original y, por tanto, entre el Monte del Destino y el Gólgota. La palabra élfica para pan de camino, lembas, significa pan de vida, conectándolo con la Eucaristía. Como la Eucaristía, el lembas alimenta la voluntad. La fecha en la que se destruye el Anillo es el 25 de marzo, fecha de la Anunciación y de la Crucifixión, lo que conecta la destrucción del Anillo (el pecado) con la Encarnación y con la vida, muerte y resurrección de Cristo.
Aunque Tolkien no escribió una alegoría formal en la que los personajes representan simplemente figuras históricas, es cierto, sin embargo, que varios miembros de la comunidad representan, aunque con sutileza, figuras tipológicas cristianas significativas. Frodo, como portador del anillo, puede ser visto como el portador de la cruz y, por tanto, como una figura de Cristo y del cristiano que toma su cruz. Sam es, en consecuencia, una figura del discípulo leal. Boromir, como único hombre de la Comunidad, es el representante de la humanidad y, por lo tanto, es una figura de cada uno de los hombres. Aragorn, en la medida en que es el verdadero rey que desciende al reino de los muertos, teniendo el poder de liberar a los propios muertos de su maldición, y en la medida en que tiene, en su calidad de verdadero rey, grandes y milagrosos poderes de curación, es claramente una figura de Cristo. Gandalf, en su muerte, resurrección y transfiguración es también una figura de Cristo.
Muchos de los siete sacramentos están representados en El Señor de los Anillos. Como hemos visto, la Eucaristía está presente simbólicamente en la representación del pan de vida élfico o pan de vida (lembas). El Sacramento de la Penitencia y el Sacramento de la Extremaunción están representados en el intercambio final de palabras entre el moribundo Boromir y Aragorn, quien actúa in persona Christi como absolvedor de los pecados de Boromir. El sacramento del matrimonio se representa maravillosamente en los matrimonios de Aragorn y Arwen, Faramir y Eowyn y, por último, Sam y Rosie. El sacerdocio está representado en la medida en que Aragorn actúa in persona Christi. La Santísima Virgen está representada en la medida en que Tolkien dijo que puso todo su amor por la Santísima Virgen en la caracterización de Galadriel.
En sentido amplio, el tema de El Señor de los Anillos es el del hombre como homo viator, es decir, el hombre viajero o el hombre en búsqueda. Esto es eco de la idea cristiana de que la vida del hombre no trata de otra cosa, en última instancia, que de la necesidad de unirse a Dios en el Cielo. El fracaso en esta búsqueda de la vida nos convierte en miserables fracasados. Para lograr esta búsqueda, tenemos que abrazar una vida de amor, lo que significa sacrificarnos por los demás. Tenemos que convertirnos en portadores del anillo, es decir, en portadores de la cruz, soportando el peso de los males del mundo y sus consecuencias destructivas, sin convertirnos en poseedores del anillo, es decir, en servidores del mal.
¿Es El Señor de los Anillos, como afirmaba Tolkien, "una obra fundamentalmente religiosa y católica"? Pues va a ser que sí.”