Año del Señor 2021
20 de marzo
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿ME CONVERTIRÉ?
Hace unos días, las hermanas cantoras me invitaron a prepararme la Calenda del día de la Anunciación para ayudar ese día a una de ellas. Al igual que hacemos en Nochebuena, en la víspera de esta fiesta cantamos la Buena Noticia del Amor que Dios nos tiene, que nos envió a su Hijo único haciéndose Hombre, encarnándose en la Virgen María.
Para poder preparármela me dieron la partitura y... ¡una cinta de casete! La hermana me decía que lo sentía mucho, pero que solo lo tenía grabado en casete. Y, entre risas y bromas, le dije que ni se preocupara, que lo podíamos convertir a MP3 y así ya lo teníamos más actualizado.
Pero, de pronto, aquello de “convertir” la cinta a MP3 me redescubrió el sentido de esta palabra. Porque ya estamos llegando al final de la Cuaresma, y parece como que ya nos vamos dando cuenta de que todos aquellos propósitos de “convertirnos” se han ido desvaneciendo por el camino: que si queríamos hacer esto y al final no pudimos, que si aquellos ayunos y luego no me lo tomé tan en serio... y así con mil propósitos.
Sin embargo, la cinta de casete me dio la clave. Nuestra conversión no se trata de que hagamos muchas cosas por ser mejores, pues eso no nos cambia el corazón. Nuestra conversión ha de ser realmente un cambio de formato, como el casete, una transformación de nuestro corazón. Y eso no está a nuestro alcance: podríamos lograr mil propósitos y seguir con el corazón igual. Nuestra conversión no es a ser buenos, sino a Cristo. Es Él, al amarnos, el que nos hace buenos.
Pero esa es la buena noticia: nosotros lo que realmente necesitamos es ponernos en manos de “nuestro Conversor”, para que nos configure interiormente, nos convierta a Su formato y así tengamos una vida nueva en Él.
Dios mismo prometió: “Yo mismo os daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ez 36, 26-28). Es un regalo que está ahí y es para ti.
Hoy el reto del amor es acudir al Conversor. Cuántas cosas he visto cambiar en mi interior estando a Sus pies... Busca un hueco para estar con Él, para dejarte transformar, para presentarle todo lo tuyo y dejar que se lo apropie, para que así le pertenezca todo a Él.
La mayor conversión del corazón comienza cuando depositamos nuestra vida y nuestra confianza en Cristo, solo así dejamos que sea Él quien infunda en nuestro ser la fuerza de su Amor.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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