El equipo israelí rescata un haitiano diez días después del terremoto
Un equipo de búsqueda israelí retiró de entre los escombros de su dormitorio a un joven de 22 años de edad, gravemente deshidratado, nada menos que 10 días después del terremoto ocurrido en la capital haitiana.
Emmannuel Buso estaba tan pálido que su madre pensó que era un cadáver. Sin embargo, los médicos lo encontraron en relativa buena forma a pesar de su terrible experiencia y se espera una recuperación completa.
Buso dijo desde su cama en un hospital de campo de Tzáhal, cerca del aeropuerto principal de Haití, que sobrevivió al beber su propia orina y pasó la mayor parte de su tiempo bajo los escombros en un sueño apático, a veces soñando con su madre y con el pensamiento que tenía que morir. "Hoy estoy aquí porque Dios lo quiere", dijo Buso.
El equipo israelí es uno de los grupos que han estado rastreando un sinnúmero de edificios destruidos después del terremoto de 7.0 de magnitud del 12 de enero.
dice que los equipos de rescate internacionales rescataron más de 125 personas pero los éxitos crecieron raramente a medida que pasó el tiempo. Gran parte de la atención del personal de ayuda del terremoto se ha desplazado a ayudar a los cientos de miles de nuevas personas sin hogar en la empobrecida nación.
El equipo de Israel encontró a cuatro personas con vida. Su hospital de campaña ha tratado a más de 500 personas, y nacieron 14 bebés.
El mayor Amir Ben David, el jefe del equipo de rescate y búsqueda, dijo que el rescate es un recordatorio de la importancia de continuar los esfuerzos.
"Esto nos ha dado mucha esperanza de que podamos encontrar más gente", destacó Ben David, agregando "seguiremos hasta el final de nuestra misión".
El capitán Kheir Ashraf, el médico que trató a Buso, dijo que no tiene dudas acerca de que el hombre estuvo enterrado desde el terremoto. "El está en buenas condiciones y esperamos que se recupere", concluyó.
Cómo en todas las catástrofes el mundo árabe y/o musulmán brilla por su ausencia.
Los innumerables petrodólares proporcionados por la extracción del líquido oro en el subsuelo del mundo árabe y/o musulmán sólo se destinan a financiar madrassas, -los centros religiosos yihadistas en que se inculca el odio a los que los islamistas califican como infieles-, a sufragar las organizaciones islamoterroristas y al derroche obsceno en edificar pistas de esquí en el desierto, los mayores rascacielos del planeta y a la ostentación de sus dirigentes.
Pero ni un dólar, ni un Euro para la solidaridad con los humanos caídos en desgracia, y aún menos con los no-musulmanes, y tampoco se destinan recursos para erradicar el analfabetismo mayoritario en el mundo árabe y/o musulmán.